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Daniel 3:9-20 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

9. ante el rey Nabucodonosor diciéndole:—¡Larga vida al rey!

10. Majestad, tú has decretado que todos los presentes, al oír el sonido de los cuernos, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y demás instrumentos musicales, deben postrarse para adorar la estatua de oro.

11. También has decidido que quien no lo haga será arrojado al horno ardiente.

12. Pues bien, hay unos judíos, en concreto Sadrac, Mesac y Abednegó, a quienes confiaste la administración de la provincia de Babilonia, que han desoído tu orden. Majestad, esos hombres no dan culto a tu dios ni adoran la estatua de oro erigida por ti.

13. Entonces Nabucodonosor, irritado sobremanera, hizo venir a Sadrac, Mesac y Abednegó. En cuanto los trajeron ante el rey,

14. Nabucodonosor les dijo:—¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abednegó, que ustedes no dan culto a mis dioses ni adoran la estatua de oro erigida por mí?

15. ¿Están ahora dispuestos, en cuanto oigan el sonido de los cuernos, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y demás instrumentos musicales, a postrarse para adorar la estatua que he mandado erigir? Lo digo porque, si no la adoran, serán arrojados al instante al horno ardiente. Y entonces, ¿qué dios será capaz de librarlos de mis manos?

16. Sadrac, Mesac y Abednegó respondieron al rey Nabucodonosor:—De ese asunto no tenemos nada que responder.

17. Si el Dios a quien adoramos puede librarnos del horno ardiente y de tu mano, seguro que nos librará, majestad.

18. Pero, aunque no lo hiciera, puedes estar seguro, majestad, que no daremos culto a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has erigido.

19. Entonces Nabucodonosor, henchido de cólera y con el rostro demudado por la respuesta de Sadrac, Mesac y Abednegó, ordenó que encendiesen el horno siete veces más fuerte que de costumbre,

20. que los soldados más fornidos maniatasen a Sadrac, Mesac y Abednegó y que los arrojasen en el horno ardiente.

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