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2 Samuel 20:4-16 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

4. Luego el rey dijo a Amasá:—Convoca a la gente de Judá en el plazo de tres días y luego te presentas aquí.

5. Amasá fue a convocar a Judá, pero tardó más tiempo del previsto.

6. Entonces David dijo a Abisay:—Ahora Sebá, el hijo de Bicrí, nos puede hacer más daño que Absalón. Sal con los hombres de tu señor a perseguirlo, antes de que llegue a las ciudades fortificadas y se nos escape.

7. Abisay partió de Jerusalén al frente de los hombres de Joab, los quereteos, los peleteos y todos los valientes y salieron en persecución de Sebá, el hijo de Bicrí.

8. Cuando estaban junto a la piedra grande que hay en Gabaón, se encontraron con Amasá. Joab llevaba sobre su vestimenta un cinturón con una espada envainada, atada al muslo. La espada se le salió y cayó.

9. Joab saludó a Amasá:—¿Estás bien, hermano?Luego lo agarró de la barba con su mano derecha para besarlo.

10. Pero Amasá no reparó en la espada que Joab llevaba en la otra mano y este se la clavó en la barriga; se le salieron los intestinos a Amasá y así, de un solo golpe, murió. Luego Joab y su hermano Abisay reanudaron la persecución de Sebá, el hijo de Bicrí.

11. Uno de los soldados de Joab se quedó junto a Amasá y gritó:—¡El que esté con Joab y David, que siga a Joab!

12. Amasá yacía en medio del camino, bañado en su propia sangre y, cuando el soldado aquel vio que la gente se detenía, retiró el cadáver fuera del camino y lo cubrió con un manto, pues había visto que todos los que llegaban junto a él se detenían.

13. Y cuando Amasá hubo sido retirado del camino, todo el mundo siguió a Joab en persecución de Sebá, el hijo de Bicrí.

14. Sebá recorrió todas las tribus de Israel y llegó hasta Abel Bet Maacá, donde se congregaron todos los beritas entrando tras él.

15. Llegaron también los de Joab y sitiaron a Sebá en Abel Bet Maacá; construyeron una rampa de asedio contra la ciudad, la colocaron sobre la muralla y toda la gente de Joab se puso a golpear la muralla para derribarla.

16. Entonces una mujer sensata se puso a gritar desde la ciudad:—¡Escuchen, escuchen! Díganle a Joab que se acerque aquí, que quiero hablarle.

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