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2 Samuel 19:8-24 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

8. Así que, decídete y sal a animar a los soldados; pues te juro por Dios que si no sales ahora, no quedará nadie contigo esta noche; y esta será la peor de todas las desgracias que te hayan sobrevenido desde tu juventud hasta ahora.

9. Entonces el rey se levantó, se sentó en la puerta y avisaron a la tropa:—El rey está sentado en la puerta.Y toda la tropa se presentó ante el rey.Los israelitas habían huido a sus tiendas,

10. y en todas las tribus de Israel la gente discutía, diciendo:—El rey nos ha salvado de todos nuestros enemigos y nos ha librado de los filisteos. Pero ha tenido que abandonar el país por culpa de Absalón.

11. Y Absalón, al que habíamos ungido como jefe, ha muerto en la batalla. Entonces, ¿a qué esperán para restablecer al rey?

12. Cuando los comentarios de Israel llegaron a oídos del rey, él mandó a decir a los sacerdotes Sadoc y Abiatar:—Digan a los ancianos de Judá: «¿Por qué van a ser los últimos en restablecer al rey en su palacio?

13. Ustedes son mis hermanos de sangre, ¿serán los últimos en restablecer al rey?».

14. Y a Amasá le dirán: «Tú eres mi pariente. Que Dios me castigue si no te nombro general vitalicio del ejército en sustitución de Joab».

15. David se ganó a todos los de Judá de forma unánime, y ellos mandaron a decir al rey:—Regresa con toda tu gente.

16. El rey emprendió el regreso y llegó al Jordán. Los de Judá fueron a Guilgal para salir al encuentro del rey y ayudarle a cruzar el Jordán.

17. Simeí, el hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín, se apresuró a bajar con los hombres de Judá al encuentro del rey David.

18. Iba acompañado por mil hombres de Benjamín. También llegó Sibá, el criado de la familia de Saúl, con sus quince hijos y veinte siervos. Ambos llegaron al Jordán antes que el rey

19. y cruzaron el vado para ayudar a pasar a la familia del rey y ponerse a su disposición. Simeí, el hijo de Guerá, se postró ante el rey, cuando iba a cruzar el Jordán,

20. y le dijo:—Que mi señor no tenga en cuenta mi delito, ni recuerde las ofensas de su siervo el día en que el rey, mi señor, salía de Jerusalén. Que el rey no se las tome a pecho.

21. Tu siervo reconoce que te ha ofendido. Por eso, hoy he sido el primero de toda la casa de José en venir a recibir al rey, mi señor.

22. Abisay, el hijo de Seruyá, intervino diciendo:—¿Y con esto va a seguir vivo Simeí, siendo así que maldijo al ungido del Señor?

23. David contestó:—¡Esto no es asunto de ustedes, hijos de Seruyá! ¡Dejen hoy de ponerme a prueba! Hoy no debe morir nadie en Israel, pues ahora estoy seguro de que soy el rey de Israel.

24. Luego dijo a Simeí:—No vas a morir.Y el rey se lo juró.

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