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2 Reyes 7:1-13 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

1. Eliseo respondió:—Escuchen la palabra del Señor, pues dice así: Mañana a estas horas en el mercado de Samaría una medida de harina costará un siclo y lo mismo costarán dos medidas de cebada.

2. El capitán que era el brazo derecho del rey respondió al profeta:—Eso no sucederá, ni aunque el Señor abra las compuertas del cielo.Eliseo replicó:—¡Tú mismo lo verás, pero no lo disfrutarás!

3. A la entrada de la ciudad había cuatro leprosos comentando entre sí:—¿Qué hacemos sentados aquí, esperando la muerte?

4. Si nos decidimos a entrar en la ciudad, moriremos de hambre allí dentro; y si nos quedamos aquí, moriremos también. Vamos, pues, a entrar en el campamento sirio: si nos dejan vivos, viviremos; y si nos matan, moriremos.

5. Al anochecer se levantaron para entrar en el campamento sirio; pero, cuando llegaron a los límites del campamento, descubrieron que allí no había nadie.

6. Resulta que el Señor había hecho resonar en el campamento sirio un estrépito de carros y caballos, el fragor de un gran ejército, y se habían dicho unos a otros: «Seguro que el rey de Israel ha contratado a los reyes hititas y egipcios para que nos ataquen».

7. Así que al anochecer habían emprendido la huida, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus burros y el campamento tal como estaba, para ponerse a salvo.

8. Aquellos leprosos, que habían llegado a los límites del campamento, entraron en una tienda, comieron y bebieron y se llevaron de allí plata, oro y ropa, y fueron a esconderlo. Luego volvieron, entraron en otra tienda, se llevaron más cosas de allí y fueron también a esconderlas.

9. Pero luego comentaron entre sí:—No estamos actuando bien. Hoy es día de buenas noticias y nosotros nos las guardamos. Si esperamos a que amanezca, nos considerarán culpables. Vamos, pues, a informar a palacio.

10. Cuando llegaron a la ciudad, llamaron a los centinelas y les informaron:—Hemos entrado en el campamento sirio y allí no hay nadie, ni se oye a nadie; solo hay caballos y burros atados, y las tiendas tal como estaban.

11. Los centinelas, a su vez, llamaron y dieron la noticia en palacio.

12. El rey se levantó de noche y dijo a sus oficiales:—Les voy a explicar lo que nos preparan los sirios: como sabían que estamos pasando hambre, han salido del campamento para esconderse en el campo, pensando atraparnos vivos y apoderarse de la ciudad cuando salgamos.

13. Pero uno de los oficiales propuso:—Enviemos a unos hombres con cinco de los caballos que aún nos restan a ver qué pasa, pues los que aún quedan en la ciudad van a correr la misma suerte que toda la multitud de israelitas que ya han perecido.

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