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2 Reyes 4:22-40 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

22. Luego llamó a su marido y le dijo:—Mándame a un criado con una burra; quiero ir corriendo a ver al profeta y regresaré inmediatamente.

23. Él le preguntó:—¿Cómo es que vas a visitarlo hoy, si no es luna nueva ni sábado?Ella contestó:—No te preocupes.

24. La mujer aparejó la burra y ordenó a su criado:—Llévame, camina y no me detengas hasta que yo te lo ordene.

25. Partió y llegó al monte Carmelo, donde estaba el profeta. Al verla de lejos, el profeta dijo a su criado Guejazí:—Por ahí viene la sunamita.

26. Corre a su encuentro y pregúntale como están ella, su marido y su hijo.Ella respondió:—Estamos bien.

27. Cuando llegó al monte en donde estaba el profeta, ella se abrazó a sus pies. Guejazí se acercó para apartarla, pero el profeta le dijo:—Déjala, que está llena de amargura. El Señor me lo había ocultado, sin hacérmelo saber.

28. Ella le dijo:—¿Acaso te pedí yo un hijo? ¿No te advertí que no me engañaras?

29. Eliseo ordenó a Guejazí:—Prepárate, coge mi bastón y ponte en camino. Si encuentras a alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pones mi bastón en la cara del niño.

30. La madre del niño le dijo:—Juro por el Señor y por tu vida, que no me iré sin ti.Entonces Eliseo se levantó y partió detrás de ella.

31. Guejazí se les había adelantado y había puesto el bastón sobre la cara del niño, pero no obtuvo respuesta ni señales de vida. Entonces salió al encuentro de Eliseo y le dijo:—El niño no ha despertado.

32. Eliseo entró en la casa y encontró al niño muerto y acostado en su cama.

33. Pasó a la habitación, cerró la puerta tras de sí y se puso a orar al Señor.

34. Luego se subió a la cama y se tendió sobre el niño, poniendo boca sobre boca, ojos sobre ojos y manos sobre manos. Mientras estaba tendido sobre él, el cuerpo del niño empezó a entrar en calor.

35. Eliseo se bajó y se puso a andar de un lado para otro. Luego volvió a subirse y a tenderse sobre él. Entonces el niño estornudó siete veces y abrió los ojos.

36. Entonces Eliseo llamó a Guejazí y le dijo:—Llama a la sunamita.La llamó, y ella se presentó ante Eliseo, que le dijo:—Toma a tu hijo.

37. Ella se acercó, se echó a sus pies, le hizo una reverencia, tomó al niño y se fue.

38. Eliseo regresó a Guilgal y por entonces había mucha hambre en la región. Los profetas estaban sentados a su alrededor y él ordenó a su criado:—Pon al fuego la olla grande y prepara un guiso para los profetas.

39. Uno de ellos salió al campo a recoger hierbas, encontró un arbusto silvestre y llenó su manto con sus frutos. Cuando volvió, los troceó y los echó a la olla del guisado sin saber lo que era.

40. Cuando sirvieron la comida a los hombres y probaron el guiso, se pusieron a gritar:—¡La comida está envenenada, hombre de Dios!Y no pudieron comer.

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