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2 Reyes 18:12-27 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

12. Esto sucedió porque no obedecieron al Señor, su Dios, rompiendo su alianza al no obedecer ni cumplir todo lo que les había mandado Moisés, el siervo del Señor.

13. El año décimo cuarto del reinado de Ezequías, Senaquerib, el rey de Asiria, atacó y conquistó todas las ciudades fortificadas de Judá.

14. Entonces Ezequías, el rey de Judá, mandó a decir al rey de Asiria que estaba en Laquis:—He actuado mal. Retírate de aquí y yo te pagaré el tributo que me impongas.El rey de Asiria impuso a Ezequías, el rey de Judá, un tributo de trescientos talentos de plata y treinta de oro.

15. Ezequías entregó toda la plata que encontró en el Templo y en el tesoro del palacio real.

16. En aquella ocasión, Ezequías arrancó del Templo del Señor las puertas y sus marcos, que él mismo había recubierto de oro, y se los entregó al rey de Asiria.

17. El rey de Asiria envió desde Laquis a Jerusalén al general en jefe, al jefe de eunucos y al copero mayor con un importante contingente de tropas a entrevistarse con el rey Ezequías. Ellos subieron y llegaron a Jerusalén deteniéndose junto al canal de la alberca de arriba, en el camino del campo del Batanero.

18. Llamaron al rey y salieron a recibirlos Eliaquín, hijo de Jelcías, el mayordomo de palacio, acompañado del secretario Sobná y Joaj, hijo de Asaf, que era el canciller.

19. El copero mayor les dijo:—Comuniquen a Ezequías el mensaje del emperador, el rey de Asiria: «¿En qué basas tu confianza?

20. ¿Piensas acaso que la estrategia y el valor militar son meras palabras? ¿En quién confías para osar rebelarte contra mí?

21. Veo que confías en Egipto, ese bastón de caña astillada, que se clava y agujerea la mano de quien se apoya en él. Solo eso es el faraón, el rey de Egipto, para quienes confían en él.

22. Y si ustedes me dicen que confían en el Señor, su Dios, ¿no es ese el Dios cuyos santuarios y altares demolió Ezequías ordenando a Judá y a Jerusalén que solo lo adoraran en el altar de Jerusalén?».

23. Haz, pues, una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: te daré dos mil caballos si consigues otros tantos jinetes que los monten.

24. ¿Cómo te atreves a rechazar a uno de los subordinados de mi señor, confiando en que Egipto te va a suministrar carros y jinetes?

25. ¿Crees, además, que he venido a destruir esta ciudad sin el consentimiento del Señor? Ha sido el Señor quien me ha dicho: «Ataca y devasta este país».

26. Eliaquín, el hijo de Jilquías, Sobná y Joaj respondieron al copero mayor:—Por favor, háblanos en arameo, que lo entendemos. No nos hables en hebreo delante de la gente que está en la muralla.

27. Les contestó el copero mayor:—¿Acaso me ha enviado mi señor a comunicar este mensaje solo a tu señor y a ti? También he de transmitirlo a la gente que está en la muralla y que acabará comiendo sus propios excrementos y bebiendo su propia orina junto contigo.

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