6. Los jefes de Israel y el rey reconocieron humildemente:—El Señor tiene razón.
7. Cuando el Señor vio cómo se habían arrepentido dijo de nuevo a Semaías:—Puesto que se han arrepentido, no los destruiré: dentro de poco los salvaré y no descargaré mi cólera sobre Jerusalén a través de Sisac.
8. Pero le quedarán sometidos para que reconozcan la diferencia que hay entre servirme a mí y servir a los reyes de la tierra.
9. Sisac, el rey de Egipto, atacó Jerusalén, saqueó los tesoros del Templo y los del palacio real y se lo llevó todo. También se llevó los escudos de oro que Salomón había mandado hacer.
10. El rey Roboán los sustituyó con escudos de bronce y los puso al cuidado de los jefes de la escolta que custodiaban la entrada del palacio real.