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1 Samuel 24:9-17 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

9. Inmediatamente después, David salió de la cueva y se puso a gritar tras Saúl:—¡Señor! ¡Majestad!Saúl miró hacia atrás y David se inclinó hacia el suelo e hizo una reverencia.

10. Luego dijo a Saúl:—¿Por qué haces caso a los que dicen que David busca tu ruina?

11. Ahora mismo puedes comprobar que el Señor te ha puesto hoy en mis manos dentro de la cueva: me animaron a matarte, pero te he respetado y he dicho que no atentaría contra mi rey, porque es el ungido del Señor.

12. Fíjate bien, padre mío, en lo que tengo en la mano: el borde de tu manto. Y si he cortado el borde de tu manto y no te he matado, has de reconocer que mis manos están limpias de maldad y de traición y que no te he ofendido. Tú, en cambio, me acosas para matarme.

13. Que el Señor sea nuestro juez* y que salga en mi defensa ante ti; pero yo no levantaré mi mano contra ti.

14. Como dice un antiguo refrán: «De los malos sale la maldad»; pero yo no levantaré mi mano contra ti.

15. ¿Contra quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién estás persiguiendo? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga!

16. Que el Señor dicte sentencia entre los dos: que examine, defienda mi causa y me libre de tu mano.

17. Cuando David terminó de decir estas palabras, Saúl exclamó:—¿Es esa tu voz, David, hijo mío?E inmediatamente se echó a llorar.

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