37. Y añadió:—El Señor que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará del poder de ese filisteo.Entonces Saúl le dijo:—Anda y que el Señor te acompañe.
38. Saúl vistió a David con su armadura, le puso en la cabeza un casco de bronce y lo revistió con una coraza.
39. Luego David se ciñó la espada de Saúl sobre sus ropas e intentó andar, pero no estaba entrenado. Entonces le dijo a Saúl:—No puedo moverme con esto, porque no estoy entrenado.Se quitó, pues, todo aquello de encima,