Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Reyes 8:51-58 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

51. pues ellos son tu pueblo y tu heredad, a quienes sacaste de Egipto y de su horno de hierro.

52. Mantén tus ojos abiertos a las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel, para escucharlos cuando te invoquen,

53. pues tú, Señor Dios, los apartaste como propiedad entre todos los pueblos de la tierra, tal como dijiste por medio de tu siervo Moisés, cuando sacaste a nuestros antepasados de Egipto.

54. Una vez que Salomón terminó de dirigir al Señor todas estas plegarias y súplicas, se levantó ante el altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos alzadas hacia el cielo,

55. y puesto en pie bendijo a toda la asamblea de Israel, diciendo en voz alta:

56. —Bendito sea el Señor que ha concedido el descanso a su pueblo Israel, tal como había prometido. No ha fallado ni una sola de todas las promesas que hizo por medio de su siervo Moisés.

57. Que el Señor, nuestro Dios, esté a nuestro lado, como estuvo al lado de nuestros antepasados; que no nos deje ni nos abandone.

58. Que oriente nuestros corazones hacia él, para que sigamos todos sus caminos y cumplamos todos los mandamientos, preceptos y decretos que dio a nuestros antepasados.

Leer capítulo completo 1 Reyes 8