Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Reyes 8:38-54 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

38. si un individuo o todo tu pueblo de Israel, arrepentido de corazón, te dirige cualquier súplica o plegaria con las manos extendidas hacia este lugar,

39. escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, perdona y actúa, pagando a cada cual según su conducta, pues conoces su corazón. Porque solo tú conoces el corazón de todos los humanos.

40. Así te respetarán mientras vivan sobre la tierra que diste a nuestros antepasados.

41. Cuando incluso el extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, venga de un país lejano, atraído por tu fama

42. (porque oirán hablar de tu gran fama, de tu mano fuerte y de tu brazo poderoso), y llegue a orar en este Templo,

43. escucha tú desde el cielo, el lugar donde habitas, y concédele lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra reconozcan tu fama, te respeten, como lo hace tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado en este Templo que he construido.

44. Cuando tu pueblo salga a luchar contra el enemigo, siguiendo tus órdenes, y ore al Señor vuelto hacia la ciudad que has elegido y al Templo que he construido en tu honor,

45. escucha desde el cielo sus plegarias y súplicas y hazles justicia.

46. Y cuando pequen contra ti, pues nadie está libre de pecado, y tú, enfurecido contra ellos, los entregues al enemigo para que los lleve cautivos a un país enemigo, lejano o cercano,

47. si en el país adonde hayan sido deportados recapacitan, se arrepienten y te suplican, reconociendo su pecado, su delito y su culpa,

48. si en el país de los enemigos que los hayan deportado, se convierten a ti de todo corazón y con toda el alma y te suplican vueltos a la tierra que diste a sus antepasados, a la ciudad que has elegido y al Templo que he construido en tu honor,

49. escucha desde el cielo, el lugar donde habitas, sus plegarias y súplicas y hazles justicia.

50. Perdona a tu pueblo sus pecados y todas las rebeldías que han cometido contra ti e inspira compasión en sus deportadores, para que se compadezcan de ellos;

51. pues ellos son tu pueblo y tu heredad, a quienes sacaste de Egipto y de su horno de hierro.

52. Mantén tus ojos abiertos a las súplicas de tu siervo y de tu pueblo Israel, para escucharlos cuando te invoquen,

53. pues tú, Señor Dios, los apartaste como propiedad entre todos los pueblos de la tierra, tal como dijiste por medio de tu siervo Moisés, cuando sacaste a nuestros antepasados de Egipto.

54. Una vez que Salomón terminó de dirigir al Señor todas estas plegarias y súplicas, se levantó ante el altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos alzadas hacia el cielo,

Leer capítulo completo 1 Reyes 8