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1 Reyes 8:11-27 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

11. de forma que los sacerdotes no pudieron continuar su servicio, a causa de la nube, pues la gloria del Señor había llenado el Templo.

12. Entonces Salomón exclamó:—El Señor había decidido vivir en la oscuridad,

13. pero yo te he construido un palacio, una morada en la que habites para siempre.

14. Luego el rey se dio la vuelta y bendijo a toda la asamblea de Israel que estaba en pie,

15. diciendo:—Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que habló a mi padre David, y con su poder ha realizado lo que prometió:

16. «Desde el día en que saqué a mi pueblo Israel de Egipto nunca elegí una ciudad entre todas las tribus de Israel para construir un Templo donde residiera mi nombre. En cambió elegí a David para que gobernara a mi pueblo Israel».

17. Mi padre, David, pensaba construir un Templo en honor del Señor, Dios de Israel;

18. pero el Señor le dijo: «Has pensado construir un Templo en mi honor y lo que piensas está bien.

19. Pero no serás tú quien construya el Templo, sino un hijo tuyo, salido de tus entrañas; él será quien construya el Templo en mi honor».

20. El Señor ha cumplido la promesa que hizo: yo he sucedido a mi padre, David, en el trono de Israel, como había prometido el Señor y he construido el Templo en honor del Señor, Dios de Israel.

21. Además, he preparado en él un lugar para el Arca de la alianza del Señor, la alianza que hizo con nuestros antepasados cuando los sacó de Egipto.

22. Salomón, de pie ante el altar del Señor y en presencia de toda la asamblea de Israel, levantó las manos al cielo

23. y dijo:—Señor, Dios de Israel: no hay un Dios como tú ni en el cielo ni en la tierra. Tú mantienes la alianza y la fidelidad con tus siervos cuando proceden sinceramente ante ti.

24. Tú has mantenido cuanto dijiste a tu siervo, mi padre David, y has cumplido hoy con obras lo que prometiste de palabra.

25. Señor, Dios de Israel, mantén también ahora a tu siervo, mi padre David, la promesa que le hiciste: «No te faltará en mi presencia alguien que se siente en el trono de Israel, siempre que tus descendientes se porten rectamente y procedan ante mí como lo has hecho tú».

26. Ahora, pues, Dios de Israel, cumple la promesa que hiciste a tu siervo, mi padre David.

27. Pero, ¿puede Dios habitar realmente en la tierra? Si ni los cielos, en toda su inmensidad, pueden contenerte, ¿cómo podría hacerlo este Templo que he construido?

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