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1 Reyes 3:8-24 La Palabra Versión Hispanoamericana (BLPH)

8. Tu siervo vive en medio del pueblo que elegiste, un pueblo tan numeroso, que no se puede contar ni calcular.

9. Dale a tu siervo un corazón atento para gobernar a tu pueblo y para discernir entre el bien y el mal, pues ¿quién es capaz de gobernar a un pueblo tan importante como el tuyo?

10. Al Señor le agradó que Salomón le pidiera eso

11. y le dijo:—Ya que me has pedido eso y no me has pedido larga vida, riquezas o la muerte de tus enemigos, sino inteligencia para administrar justicia,

12. te concedo lo que me has pedido: un corazón sabio y prudente, como nadie lo ha tenido antes de ti ni lo tendrá después.

13. Y te concedo también lo que no has pedido: riquezas y fama tales como no las tendrá rey alguno mientras tú vivas.

14. Y si cumples mi voluntad y guardas mis instrucciones y mandatos, como hizo tu padre David, te daré larga vida.

15. Salomón se despertó y comprendió que había sido un sueño. Luego volvió a Jerusalén, se presentó ante el Arca de la alianza del Señor, ofreció holocaustos y sacrificios de comunión e invitó al banquete a todos sus cortesanos.

16. Un día acudieron al rey dos prostitutas. Se presentaron ante él

17. y una de ellas le dijo:—Majestad, esta mujer y yo vivimos en la misma casa. Yo di a luz, estando ella en casa,

18. y tres días después ella también dio a luz. Estábamos nosotras solas, no había nadie con nosotras en casa: solo estábamos nosotras dos.

19. Una noche murió el hijo de esta mujer, porque se durmió encima de él.

20. Entonces ella se levantó de noche y, mientras yo estaba dormida, tomó a mi hijo de mi lado, lo acostó a su lado y luego puso junto a mí a su hijo muerto.

21. Cuando me levanté por la mañana a dar el pecho a mi hijo, vi que estaba muerto. Pero a la luz del día lo observé atentamente y descubrí que ese no era el hijo que yo había dado a luz.

22. La otra mujer replicó:—¡No! Mi hijo es el vivo y el tuyo, el muerto.Pero la primera insistía:—¡No! Tu hijo es el muerto y el mío, el vivo.Y se pusieron a discutir delante del rey.

23. Entonces el rey dijo:—Una dice: «Mi hijo es este, el que está vivo, y el tuyo es el muerto». Y la otra replica: «No, tu hijo es el muerto y mi hijo, el vivo».

24. Y añadió:—Tráiganme una espada.Le llevaron una espada

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