Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Santiago 1:13-27 La Palabra Versión Española (BLP)

13. Nadie acosado por la tentación tiene derecho a decir: «Es Dios quien me pone en trance de caer». Dios está fuera del alcance del mal, y él tampoco instiga a nadie al mal.

14. Cada uno es puesto a prueba por su propia pasión desordenada, que lo arrastra y lo seduce.

15. Semejante pasión concibe y da a luz al pecado; y este, una vez cometido, origina la muerte.

16. Hermanos míos queridos, no os engañéis.

17. Todo beneficio y todo don perfecto bajan de lo alto, del creador de la luz, en quien no hay cambios ni períodos de sombra.

18. Él, por su libre voluntad, nos engendró mediante la palabra de la verdad para que seamos como primeros frutos entre sus criaturas.

19. Sabed, hermanos míos queridos, que es preciso ser diligentes para escuchar, parcos al hablar y remisos en airarse,

20. ya que el airado no es capaz de portarse con rectitud ante Dios.

21. Por tanto, renunciando a todo vicio y al mal que nos cerca por doquier, acoged dócilmente la palabra que, plantada en vosotros, es capaz de salvaros.

22. Pero se trata de que pongáis en práctica esa palabra y no simplemente que la oigáis, engañándoos a vosotros mismos.

23. Quien oye la palabra, pero no la pone en práctica, se parece a quien contempla su propio rostro en el espejo:

24. se mira y, en cuanto se va, se olvida sin más del aspecto que tenía.

25. Dichoso, en cambio, quien se entrega de lleno a la meditación de la ley perfecta —la ley de la libertad— y no se contenta con oirla, para luego olvidarla, sino que la pone en práctica.

26. Si alguno se hace ilusiones de ser religioso de verdad, pero no controla su lengua, se engaña a sí mismo y su religiosidad no vale para nada.

27. Esta es la religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre: asistir a los débiles y desvalidos* en sus dificultades y mantenerse incontaminado del mundo.

Leer capítulo completo Santiago 1