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Mateo 9:3-17 La Palabra Versión Española (BLP)

3. Entonces algunos maestros de la ley se dijeron: «Este blasfema».

4. Pero Jesús, que leía sus pensamientos, les dijo:— ¿Por qué pensáis mal?

5. ¿Qué es más fácil? ¿Decir: «Tus pecados quedan perdonados», o decir: «Levántate y anda»?

6. Pues voy a demostraros que el Hijo del hombre tiene autoridad en este mundo para perdonar pecados.Se volvió entonces al paralítico y le dijo:— Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa.

7. Y él se levantó y se fue a su casa.

8. Los que estaban allí presentes quedaron sobrecogidos al ver esto, y alabaron a Dios, porque había dado tal autoridad a los humanos.

9. Jesús continuó su camino. Al pasar vio a un hombre llamado Mateo* que estaba sentado en su despacho de recaudación de impuestos, y le dijo:— Sígueme.Mateo se levantó y lo siguió.

10. Más tarde, estando Jesús sentado a la mesa en casa de Mateo*, acudieron muchos recaudadores de impuestos* y gente de mala reputación, que se sentaron también a la mesa con Jesús y sus discípulos.

11. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:— ¿Cómo es que vuestro Maestro se sienta a comer con esa clase de gente?

12. Jesús lo oyó y les dijo:— No necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos.

13. A ver si aprendéis lo que significa aquello de: Yo no quiero que me ofrezcáis sacrificios, sino que seáis compasivos. Yo no he venido a llamar a los buenos, sino a los pecadores.

14. Entonces se acercaron a Jesús los discípulos de Juan el Bautista y le preguntaron:— ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos tantas veces y, en cambio, tus discípulos no ayunan?

15. Jesús les contestó:— ¿Pueden acaso estar tristes los invitados a una boda mientras el novio está con ellos? Ya llegará el momento en que les faltará el novio; entonces ayunarán.

16. Nadie remienda un vestido viejo con una pieza de tela nueva, porque el remiendo tira de la tela, y el roto se hace mayor.

17. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque los odres se revientan, se derrama el vino y se pierden los odres. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos, para que ambas cosas se conserven.

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