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Mateo 8:8-20 La Palabra Versión Española (BLP)

8. Pero el oficial le respondió:— Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa. Pero una sola palabra tuya bastará para que sane mi asistente.

9. Porque yo también estoy sujeto a mis superiores, y a la vez tengo soldados a mis órdenes. Si a uno de ellos le digo: «Vete», va; y si le digo a otro: «Ven», viene; y si a mi asistente le digo: «Haz esto», lo hace.

10. Jesús se quedó admirado al oír esto. Y dijo a los que lo seguían:— Os aseguro que no he encontrado en Israel a nadie con una fe tan grande como esta.

11. Y os advierto que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.

12. En cambio, los que primero fueron llamados al Reino* serán arrojados afuera, a la oscuridad. Allí llorarán y les rechinarán los dientes.

13. Luego dijo Jesús al oficial:— Vete a tu casa y que se haga como creíste.En aquel mismo momento, el asistente quedó curado.

14. Al llegar Jesús a casa de Pedro, encontró a la suegra de este en cama, con fiebre.

15. Jesús le tocó la mano y le desapareció la fiebre. Y ella se levantó y se puso a atenderlo.

16. Al anochecer, presentaron a Jesús muchas personas que estaban poseídas por demonios. Él, con solo una palabra, expulsó a los espíritus malignos y curó a todos los enfermos.

17. De este modo se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: Tomó sobre sí nuestras debilidades y cargó con nuestras enfermedades.

18. Viendo Jesús que lo rodeaba una gran multitud, mandó que lo llevaran a la otra orilla del lago.

19. Allí se le acercó un maestro de la ley, que le dijo:— Maestro, estoy dispuesto a seguirte adondequiera que vayas.

20. Jesús le contestó:— Las zorras tienen guaridas y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre ni siquiera tiene dónde recostar la cabeza.

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