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Mateo 21:19-34 La Palabra Versión Española (BLP)

19. Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella; pero únicamente encontró hojas. Entonces dijo a la higuera:— ¡Que nunca más vuelvas a dar fruto!Y en aquel mismo instante se secó la higuera.

20. Al ver aquello, los discípulos se quedaron atónitos, y decían:— ¿Cómo ha podido secarse de repente la higuera?

21. Jesús les contestó:— Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis, no solamente haréis esto de la higuera, sino que si decís a este monte que se quite de ahí y se arroje al mar, así ocurrirá.

22. Todo cuanto pidáis orando con fe, lo recibiréis.

23. Jesús entró en el Templo y mientras enseñaba se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo y le preguntaron:— ¿Con qué derecho haces tú todo eso? ¿Quién te ha autorizado para ello?

24. Jesús les contestó:— Yo también voy a preguntaros una cosa. Si me respondéis, os diré con qué derecho hago todo esto.

25. ¿De quién recibió Juan el encargo de bautizar: del cielo o de los hombres?Ellos se pusieron a razonar entre sí: «Si contestamos que lo recibió de Dios, él nos dirá: “¿Por qué, pues, no le creísteis?”

26. Y si decimos que lo recibió de los hombres, corremos el peligro de la reacción del pueblo, porque todos tienen a Juan por profeta».

27. Así que respondieron a Jesús:— No lo sabemos.A lo que él replicó:— Pues tampoco yo os diré con qué derecho hago todo esto.

28. —¿Qué os parece? Una vez, un hombre que tenía dos hijos le dijo a uno de ellos: «Hijo, hoy tienes que ir a trabajar a la viña».

29. El hijo contestó: «No quiero ir». Pero más tarde cambió de idea y fue.

30. Lo mismo le dijo el padre al otro hijo, que le contestó: «Sí, padre, iré». Pero no fue.

31. Decidme, ¿cuál de los dos cumplió el mandato de su padre?Ellos respondieron:— El primero.Y Jesús añadió:— Pues os aseguro que los recaudadores de impuestos y las prostitutas van a entrar en el reino de Dios antes que vosotros.

32. Porque vino Juan* mostrando con su vida cómo se debe cumplir la voluntad de Dios, y no le creísteis; en cambio, sí le creyeron los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Y vosotros lo visteis, pero ni aun así cambiasteis de actitud dándole crédito.

33. Escuchad esta otra parábola: Una vez un padre de familia plantó una viña*, la cercó con una valla, construyó un lagar y levantó en ella una torre; luego la arrendó a unos labradores y se fue de viaje.

34. Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió sus criados para percibir de los labradores el fruto que le correspondía.

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