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Marcos 14:26-45 La Palabra Versión Española (BLP)

26. Cantaron después el himno* y salieron hacia el monte de los Olivos.

27. Jesús les dijo:— Todos me vais a abandonar, porque así lo dicen las Escrituras: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.

28. Pero después de mi resurrección iré delante de vosotros a Galilea.

29. Pedro le dijo:— ¡Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré!

30. Jesús le contestó:— Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.

31. Pedro insistió, asegurando:— ¡Yo no te negaré, aunque tenga que morir contigo!Y lo mismo decían todos los demás.

32. Llegados al lugar llamado Getsemaní, Jesús dijo a sus discípulos:— Quedaos aquí sentados mientras yo voy a orar.

33. Se llevó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, y comenzó a sentirse atemorizado y angustiado.

34. Les dijo:— Me está invadiendo una tristeza de muerte. Quedaos aquí y velad.

35. Se adelantó unos pasos más y, postrándose en tierra, oró pidiéndole a Dios que, si era posible, pasara de él aquel trance.

36. Decía:— ¡Abba, Padre, todo es posible para ti! Líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.

37. Volvió entonces y, al encontrar dormidos a los discípulos, dijo a Pedro:— Simón, ¿duermes? ¿Ni siquiera has podido velar una hora?

38. Velad y orad para que no desfallezcáis en la prueba. Es cierto que tenéis buena voluntad, pero os faltan las fuerzas.

39. Otra vez se alejó de ellos y oró diciendo lo mismo.

40. Regresó de nuevo a donde estaban los discípulos y volvió a encontrarlos dormidos, pues tenían los ojos cargados de sueño. Y no supieron qué contestarle.

41. Cuando volvió por tercera vez, les dijo:— ¿Aún seguís durmiendo y descansando? ¡Ya basta! Ha llegado la hora: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.

42. Levantaos, vámonos. Ya está aquí el que me va a entregar.

43. Todavía estaba Jesús hablando cuando se presentó Judas, uno de los Doce. Venía acompañado de un tropel de gente armada con espadas y garrotes, que habían sido enviados por los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos.

44. Judas, el traidor, les había dado esta contraseña:— Aquel a quien yo bese, ese es. Apresadlo y lleváoslo bien sujeto.

45. Al llegar, se acercó en seguida a Jesús y le dijo:— ¡Maestro!Y lo besó.

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