16. Iba Jesús caminando por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a Simón y Andrés. Eran pescadores y estaban echando la red en el lago.
17. Jesús les dijo:— Venid conmigo y os haré pescadores de hombres.
18. Ellos dejaron al punto sus redes y se fueron con él.
19. Un poco más adelante vio a Santiago, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca reparando las redes.
20. Los llamó también, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca junto con los trabajadores contratados, se fueron en pos de él.
21. Se dirigieron a Cafarnaún y, cuando llegó el sábado, Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar.
22. Todos quedaban impresionados por sus enseñanzas, porque los enseñaba como quien tiene autoridad y no como los maestros de la ley.
23. Estaba allí, en la sinagoga* un hombre poseído por un espíritu impuro, que gritaba:
24. —¡Jesús de Nazaret, déjanos en paz! ¿Has venido a destruirnos? ¡Te conozco bien: tú eres el Santo de Dios!
25. Jesús lo increpó, diciéndole:— ¡Cállate y sal de él!
26. El espíritu impuro, sacudiéndolo violentamente y dando un gran alarido, salió de él.
27. Todos quedaron asombrados hasta el punto de preguntarse unos a otros:— ¿Qué está pasando aquí? Es una nueva enseñanza, llena de autoridad. Además, este hombre da órdenes a los espíritus impuros, y lo obedecen.
28. Y muy pronto se extendió la fama de Jesús por todas partes en la región entera de Galilea.
29. Al salir de la sinagoga, Jesús fue a casa de Simón y Andrés, acompañado también por Santiago y Juan.
30. Le dijeron que la suegra de Simón estaba en cama, con fiebre.
31. Él entonces se acercó, la tomó de la mano e hizo que se levantara. Al instante le desapareció la fiebre y se puso a atenderlos.