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Lucas 7:22-41 La Palabra Versión Española (BLP)

22. Respondió, pues, a los enviados:— Volved a Juan y contadle lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.

23. ¡Y felices aquellos para quienes yo no soy causa de tropiezo!

24. Cuando se fueron los enviados de Juan, Jesús se puso a hablar de él a la gente. Decía:— Cuando salisteis al desierto, ¿qué esperabais encontrar? ¿Una caña agitada por el viento?

25. ¿O esperabais encontrar un hombre espléndidamente vestido? Los que visten con lujo y se dan la buena vida viven en los palacios reales.

26. ¿Qué esperabais, entonces, encontrar? ¿Un profeta? Pues sí, os digo, y más que profeta.

27. Precisamente a él se refieren las Escrituras cuando dicen: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.

28. Os digo que no ha nacido nadie mayor que Juan; sin embargo, el más pequeño en el reino de Dios, es mayor que él.

29. El pueblo entero, que escuchaba a Juan, y aún los mismos recaudadores de impuestos, reconocían que su mensaje procedía de Dios, y recibieron su bautismo.

30. En cambio, los fariseos y los doctores de la ley, rechazaron el designio de Dios para ellos, negándose a que Juan los bautizara.

31. Jesús siguió diciendo:— ¿Con qué compararé a esta gente de hoy? ¿A quién es comparable?

32. Puede compararse a esos niños que se sientan en la plaza y se interpelan unos a otros: «¡Hemos tocado la flauta para vosotros, y no habéis bailado; os hemos cantado tonadas tristes, y no habéis llorado!».

33. Porque vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis de él: «Tiene un demonio dentro».

34. Pero después ha venido el Hijo del hombre*, que come y bebe, y decís: «Ahí tenéis a un glotón y borracho, amigo de andar con recaudadores de impuestos y con gente de mala reputación».

35. Pero la sabiduría se acredita en los que verdaderamente la poseen.

36. Un fariseo invitó a Jesús a comer. Fue, pues, Jesús a casa del fariseo y se sentó a la mesa.

37. Vivía en aquella ciudad una mujer de mala reputación que, al enterarse de que Jesús estaba en casa del fariseo, tomó un frasco de alabastro lleno de perfume

38. y fue a ponerse detrás de Jesús, junto a sus pies. La mujer rompió a llorar y con sus lágrimas bañaba los pies de Jesús y los secaba con sus propios cabellos; los besaba también y finalmente derramó sobre ellos el perfume.

39. Al verlo, el fariseo que había invitado a Jesús se dijo para sí mismo: «Si este fuera profeta, sabría quién es y qué reputación tan mala tiene la mujer que está tocándolo».

40. Entonces Jesús se dirigió a él y le dijo:— Simón, quiero decirte una cosa.Simón le contestó:— Dime, Maestro.

41. Jesús siguió:— Había una vez un acreedor que tenía dos deudores, uno de los cuales le debía diez veces más que el otro.

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