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Lucas 10:18-33 La Palabra Versión Española (BLP)

18. Jesús les contestó:— He visto a Satanás que caía del cielo como un rayo.

19. Os he dado autoridad para que pisoteéis las serpientes, los escorpiones y todo el poder del enemigo, sin que nada ni nadie pueda dañaros.

20. Pero, aun así, no os alegréis tanto de que los espíritus malignos os obedezcan como de que vuestros nombres estén escritos en el cielo.

21. En aquel mismo momento, el Espíritu Santo llenó de alegría a Jesús, que dijo:— Padre, Señor del cielo y de la tierra, te alabo porque has ocultado todo esto a los sabios y entendidos y se lo has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así lo has querido tú.

22. Mi Padre lo ha puesto todo en mis manos y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquellos a quienes el Hijo quiera revelárselo.

23. Luego se volvió hacia sus discípulos y les dijo aparte:— ¡Felices los que puedan ver todo lo que vosotros estáis viendo!

24. Os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros estáis viendo, y no lo vieron; y oír lo que vosotros estáis oyendo, y no lo oyeron.

25. Por entonces, un doctor de la ley, queriendo poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:— Maestro, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?

26. Jesús le contestó:— ¿Qué está escrito en la ley de Moisés? ¿Qué lees allí?

27. Él respondió:— Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia; y a tu prójimo como a ti mismo.

28. Jesús le dijo:— Has respondido correctamente. Haz eso y vivirás.

29. Pero el maestro de la ley, para justificar su pregunta, insistió:— ¿Y quién es mi prójimo?

30. Jesús le dijo:— Un hombre* que bajaba de Jerusalén a Jericó fue asaltado por unos ladrones, que le robaron cuanto llevaba, lo hirieron gravemente y se fueron, dejándolo medio muerto.

31. Casualmente bajaba por aquel mismo camino un sacerdote que vio al herido, pero pasó de largo.

32. Y del mismo modo, un levita, al llegar a aquel lugar, vio al herido, pero también pasó de largo.

33. Finalmente, un samaritano que iba de camino llegó junto al herido y, al verlo, se sintió conmovido.

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