Capítulos

  1. 1

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Judas 1 La Palabra Versión Española (BLP)

Introducción (1–2)

Saludo

1. Judas*, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago*, a los que han sido llamados a vivir bajo el amor de Dios Padre y la custodia de Jesucristo.

2. Que la misericordia, la paz y el amor abunden cada vez más en vosotros.

I. POLÉMICA CONTRA LOS FALSOS MAESTROS (3–16)

Los falsos maestros

3. Queridos hermanos, ardía yo en deseos de escribiros acerca de un asunto que a todos nos concierne: el de nuestra salvación. Pero ahora debo hacerlo forzado por las circunstancias, pues es preciso alentaros a combatir en defensa de la fe confiada a los creyentes de una vez por todas.

4. Y es que entre vosotros se han infiltrado solapadamente algunos individuos cuya condenación está anunciada en las Escrituras desde hace mucho tiempo; son gente impía que confunde la gracia de Dios con el libertinaje y que reniega de Jesucristo, nuestro único Dueño y Señor.

5. Aunque lo conocéis todo perfectamente, quiero recordaros que si bien el Señor liberó al pueblo de la opresión egipcia, después aniquiló a los incrédulos.

6. Y a los ángeles que no supieron conservar su condición privilegiada y abandonaron la que era su mansión, los mantiene eternamente encadenados a las tinieblas en espera del gran día del juicio.

7. Y Sodoma y Gomorra, junto con las ciudades limítrofes entregadas como ellas a la lujuria y a la homosexualidad, sufrieron el castigo de un fuego perpetuo, sirviendo así de escarmiento a los demás.

8. Pues, a pesar de todo, esos visionarios se comportan de modo semejante: profanan su cuerpo, rechazan la autoridad del Señor* e injurian a los seres gloriosos.

9. Distinto fue el proceder del arcángel Miguel cuando disputaba al diablo el cuerpo de Moisés. Ni siquiera se atrevió a lanzarle una acusación injuriosa; simplemente dijo: «Que el Señor te reprenda».

10. Estos, por el contrario, ultrajan lo que desconocen; y lo que conocen, a la manera instintiva de las bestias irracionales, no les sirve más que para la ruina.

11. ¡Ay de ellos! Han seguido las huellas de Caín, se entregaron por dinero al extravío de Balaán y sucumbieron en la rebelión de Coré.

12. ¡Ahí los tenéis! Son los que contaminan vuestras reuniones fraternales banqueteando desvergonzadamente y campando a sus anchas. Son nubes sin agua arrastradas por el viento; árboles en otoño, pero sin fruto, definitivamente secos, arrancados de raíz.

13. Son olas de un mar embravecido, que arroja la espuma de sus propias desvergüenzas; estrellas fugaces, cuyo eterno destino es la tiniebla sin fondo.

14. A ellos se refería Enoc, el séptimo patriarca después de Adán, cuando profetizó: «Mirad cómo viene el Señor con sus innumerables ángeles

15. para juzgar a todos y desenmascarar a los malvados por todas las acciones criminales que han cometido, para tapar la boca a los impíos que han hablado contra él con insolencia».

16. ¡Ahí los tenéis! Murmuradores, descontentos, libertinos, insolentes, aduladores y materialistas.

II. EXHORTACIÓN A LA FIDELIDAD (17–23)

Avisos y exhortaciones

17. Pero vosotros, amados míos, recordad lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.

18. «En los últimos tiempos —os advertían— surgirán embaucadores que vivirán impíamente y al capricho de sus pasiones».

19. ¡Ahí los tenéis! Son los sembradores de discordias, los que viven sensualmente y están privados del Espíritu.

20. Vosotros, en cambio, amados míos, haced de una fe tan santa como la vuestra el firme cimiento de vuestra vida; orad impulsados por el Espíritu Santo

21. y manteneos en el amor de Dios, esperando que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os lleve a la vida eterna.

22. Tened compasión de los que vacilan,

23. contando con que a unos los salvaréis arrancándolos del fuego; pero a otros solo podréis compadecerlos, y eso con cautela, evitando incluso el contacto superficial con su torpe conducta.

Conclusión (24–25)

Doxología final

24. Al que puede manteneros limpios de pecado y conduciros alegres y sin mancha hasta su gloriosa presencia,

25. al Dios único que es nuestro Salvador, a él la gloria, la majestad, la soberanía y el poder, por medio de nuestro Señor Jesucristo, desde antes de todos los tiempos, ahora y por los siglos sin fin. Amén.