Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

Hechos 20:19-36 La Palabra Versión Española (BLP)

19. He servido al Señor con toda humildad, en medio de las angustias y pruebas que me sobrevinieron a causa de las maquinaciones de los judíos.

20. Nada he callado que pudiera seros de utilidad, y no he dejado de anunciaros el mensaje y de enseñaros en público y en privado.

21. He instado a judíos y no judíos a convertirse a Dios y a creer en Jesús, nuestro Señor.

22. Ahora, como veis, me dirijo a Jerusalén impelido por el Espíritu, sin saber a ciencia cierta lo que allí me acontecerá.

23. Eso sí, el Espíritu Santo me asegura que no hay ciudad en la que no me esperen prisiones y sufrimientos.

24. Por lo que a mi vida respecta, en nada la aprecio. Solo aspiro a terminar mi carrera y a culminar la tarea que me encomendó Jesús, el Señor: proclamar la buena noticia de que Dios nos ha dispensado su favor.

25. Ahora sé que ninguno de vosotros, entre quienes pasé anunciando el reino de Dios, volverá a verme más.

26. Por eso, quiero hoy declarar ante vosotros que tengo la conciencia limpia en relación con lo que os pueda suceder.

27. Nada he callado de cuanto debía anunciaros sobre el plan de Dios.

28. Cuidad de vosotros mismos y de todo el rebaño sobre el que os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes*. Pastoread la Iglesia que el Señor adquirió con el sacrificio de su propia vida.

29. Sé que después de mi partida se introducirán entre vosotros lobos feroces que no tendrán compasión del rebaño.

30. De entre vuestras mismas filas surgirán individuos que propagarán falsas doctrinas y arrastrarán a los discípulos tras de sí.

31. Vigilad, por tanto, y recordad que durante tres años no cesé de aconsejar día y noche, incluso con lágrimas, a cada uno de vosotros.

32. Ahora os encomiendo a Dios y a su mensaje de amor; un mensaje que tiene fuerza para que todos los consagrados a Dios crezcan en la fe y alcancen la herencia prometida.

33. No he apetecido ni dinero ni vestidos de nadie.

34. Bien sabéis que, trabajando con mis propias manos, he ganado mi sustento y el de mis compañeros.

35. Os he demostrado así en todo momento que es preciso trabajar para socorrer a los necesitados, teniendo presente aquella máxima de Jesús, el Señor: «Más dicha trae el dar que el recibir».

36. Cuando Pablo terminó de hablar, se puso de rodillas, junto con todos los demás, y oró.

Leer capítulo completo Hechos 20