Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

2 Corintios 7:3-10 La Palabra Versión Española (BLP)

3. Y con esto no pretendo recriminaros, pues ya os he dicho que, en vida o en muerte, os llevo en el corazón.

4. Tengo puesta en vosotros toda mi confianza y es tanto el orgullo que siento por vosotros, que estoy rebosante de ánimo y de alegría a pesar de todas las penalidades.

5. Cuando llegué a Macedonia tampoco pude disfrutar del más mínimo sosiego; las tribulaciones me acosaban por doquier: por fuera los conflictos, por dentro el miedo.

6. Pero Dios, que conforta a los humildes, me reanimó también a mí con la presencia de Tito.

7. Y no fue solo su presencia, fue sobre todo el conocer cómo le habíais animado y reconfortado. Él me habló de vuestra añoranza por verme, de vuestro arrepentimiento, de vuestra preocupación por mí. Esto me hizo todavía más feliz.

8. No me pesa haberos causado tristeza con mi carta. Hubo, sí, un momento en que lo sentí, al darme cuenta de que aquella carta os entristeció, aunque solo fuera por breve tiempo.

9. Pero ahora me alegro, no de haberos entristecido, sino de que esa tristeza haya servido para que cambiéis de actitud. Como fue una tristeza querida por Dios, ningún daño habéis recibido de nosotros.

10. Y es que si la tristeza está en conformidad con la voluntad de Dios, produce un saludable cambio de actitud del que no hay que lamentarse; en cambio, la tristeza producida por el mundo ocasiona la muerte.

Leer capítulo completo 2 Corintios 7