10. A quien vosotros perdonasteis, también yo le perdono; en realidad, lo que yo he perdonado —si algo he tenido que perdonar— lo he hecho por vosotros, y el mismo Cristo es testigo.
11. Hay que evitar que Satanás saque partido de esto, conociendo como conocemos sus ardides.
12. Me dirigí, pues, a Troas* para anunciar el mensaje de Cristo y, aunque se me ofrecía allí una magnífica oportunidad de trabajar por el Señor,
13. mi corazón estaba sobre ascuas al no encontrar allí a Tito*, mi hermano. Así que me despedí de ellos y salí para Macedonia.
14. Gracias sean dadas a Dios que en todo momento nos asocia al cortejo triunfal de Cristo y que, valiéndose de nosotros, esparce por todas partes como suave aroma su conocimiento.