2. Si reconocen que Jesucristo ha venido como verdadero hombre, es que poseen el Espíritu de Dios.
3. Pero si no reconocen a Jesús, es que su espíritu no es de Dios, sino del anticristo, del cual habéis oído que estaba a punto de llegar; y, en efecto, ya está en el mundo.
4. En cuanto a vosotros, hijos míos, pertenecéis a Dios y habéis vencido a esos falsos profetas, pues el que está con vosotros es más fuerte que el que está con el mundo.
5. Ellos, como son mundanos, hablan de cosas mundanas, y la gente mundana les presta atención.
6. Pero nosotros pertenecemos a Dios, y nos escuchan los que conocen a Dios. No nos escuchan, en cambio, los que no conocen a Dios. Ahí tenéis la piedra de toque para discernir dónde está el error y dónde la verdad.
7. Queridos, Dios es la fuente del amor: amémonos, pues, unos a otros. El que ama es hijo de Dios y conoce a Dios.
8. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
9. Y Dios ha demostrado que nos ama enviando a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por medio de él.
10. Pues el amor radica no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.
11. Queridos, si a tal extremo ha llegado el amor de Dios para con nosotros, también nosotros debemos amarnos mutuamente.
12. Es cierto que jamás alguien ha visto a Dios; pero, si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor alcanza en nosotros cumbres de perfección.
13. Estamos seguros de que permanecemos en Dios y Dios permanece en nosotros, porque nos ha hecho partícipes de su Espíritu.
14. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado a su Hijo como salvador del mundo.
15. Quien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.