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Jueces 8:10-26 La Palabra Versión Española (BLP)

10. Cébaj y Salmuná estaban en Carcor con sus tropas, unos quince mil hombres, todos los que habían quedado del ejército de los hijos de Oriente. Los guerreros que habían caído eran ciento veinte mil.

11. Gedeón subió por la ruta de los beduinos, al este de Nóbaj y de Jogboá, y atacó al campamento, que se creía ya seguro.

12. Cébaj y Salmuná lograron huir. Pero él los persiguió e hizo prisioneros a estos dos reyes de Madián, Cébaj y Salmuná. Y destruyó todo su ejército.

13. Después de la batalla, Gedeón, hijo de Joás, volvió por la pendiente de Jares.

14. Detuvo a un joven de la gente de Sucot, lo interrogó, y él le dio por escrito los nombres de los jefes de Sucot y de los ancianos: setenta y siete hombres.

15. Gedeón se dirigió entonces a la gente de Sucot y les dijo:—Aquí tenéis a Cébaj y a Salmuná, a cuenta de los cuales os burlasteis de mí diciendo: «¿Acaso tienes ya en tu poder a Cébaj y a Salmuná para que tengamos que suministrar pan a tus tropas agotadas?».

16. Apresó entonces a los ancianos de la ciudad y, recogiendo espinas y cardos del desierto, desgarró las carnes de los hombres de Sucot.

17. Derribó la torre de Penuel y mató a los habitantes de la ciudad.

18. Luego dijo a Cébaj y a Salmuná:—¿Cómo eran los hombres que matasteis en el Tabor?Ellos respondieron:—Eran como tú; cualquiera de ellos parecía un hijo de rey.

19. Respondió Gedeón:—Eran mis hermanos, hijos de mi madre. ¡Vive el Señor, que, si los hubieseis dejado con vida, no os mataría yo ahora!

20. Y dijo a Jéter, su hijo mayor:—¡Anda! ¡Mátalos!Pero el muchacho no desenvainó la espada; no se atrevía, porque era todavía un muchacho.

21. Cébaj y Salmuná dijeron:—Anda, mátanos tú, pues un hombre se mide por su valentía.Gedeón se levantó, mató a Cébaj y a Salmuná y se quedó con las lunetas que llevaban al cuello sus camellos.

22. Los hombres de Israel dijeron a Gedeón:—Reina tú sobre nosotros; tú, tu hijo y tu nieto, pues nos has salvado del dominio de Madián.

23. Pero Gedeón les respondió:—No seré yo quien reine sobre vosotros; ni yo ni mi hijo. Vuestro rey será el Señor.

24. Y añadió Gedeón:—Os voy a pedir una cosa: que cada uno de vosotros me dé un anillo de su botín.(Porque los vencidos eran ismaelitas y tenían anillos de oro).

25. Respondieron ellos:—Te los damos con mucho gusto.Extendió él su manto y ellos echaron en él cada uno un anillo de su botín.

26. El peso de los anillos de oro que les había pedido fue de mil setecientos siclos de oro, sin contar las lunetas, los pendientes y los vestidos de púrpura de los reyes de Madián, ni los collares que pendían del cuello de sus camellos.

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