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Daniel 6:3-18 La Palabra Versión Española (BLP)

3. Por encima de ellos designó a tres ministros (entre los que se encontraba Daniel), a quienes los sátrapas deberían dar cuenta de su administración. De ese modo se evitarían situaciones que perjudicasen los intereses del rey.

4. Daniel sobresalía por encima de los ministros y de los sátrapas, pues estaba más capacitado que ninguno de ellos, hasta tal punto que el rey tenía pensado ponerlo al frente de todo el reino.

5. Por tal motivo, los otros dos ministros y los sátrapas trataban de buscar alguna excusa que implicase a Daniel en una mala administración del reino. Pero no pudieron encontrar nada, ni siquiera indicios de irregularidad, pues Daniel era leal y no podían acusarle de irregularidad o negligencia.

6. Entonces aquellos hombres se dijeron: «No podremos encontrar nada que acuse a Daniel, a no ser que lo busquemos en materia relacionada con la ley de su Dios».

7. Los ministros y sátrapas se presentaron inmediatamente ante el rey y le dijeron:—¡Larga vida al rey Darío!

8. Los ministros del reino, prefectos, sátrapas, consejeros y gobernadores todos hemos pensado en la conveniencia de promulgar un real decreto con esta prohibición: «Durante treinta días nadie podrá dirigir una oración a cualquier otro dios o ser humano, salvo a ti, majestad. Quien lo haga, será arrojado al foso de los leones».

9. Si te parece bien, majestad, firma este real decreto y sanciona así la prohibición, de modo que nadie pueda modificarlo, tal como se refleja en la ley irrevocable de los medos y los persas.

10. El rey Darío firmó la prohibición.

11. Cuando Daniel se enteró de la firma de aquel decreto, se retiró a su casa. La habitación superior de la vivienda tenía las ventanas orientadas hacia Jerusalén. Daniel se recluía en ella tres veces al día y, puesto de rodillas, oraba y alababa a su Dios. Siempre lo había hecho así.

12. Los hombres antes mencionados se presentaron en la casa y encontraron a Daniel orando y suplicando a su Dios.

13. Acudieron de inmediato al rey y le recordaron el real decreto:—¿No has firmado un decreto ordenando que, durante treinta días, nadie rece a cualquier otro dios o ser humano, salvo a ti, majestad, so pena de ser arrojado al foso de los leones?El rey respondió:—Así es, y se trata de un decreto irrevocable, según la ley de los medos y de los persas.

14. Entonces dijeron al rey:—Pues Daniel, uno de los deportados de Judá, no te obedece, majestad, pues pasa por alto el decreto que firmaste. Ora tres veces al día.

15. Al oírlo, el rey se entristeció y se propuso salvar a Daniel; lo estuvo intentando hasta la puesta de sol.

16. Pero aquellos hombres acudieron en masa al rey y le dijeron:—Ya sabes, majestad, que, según la ley de los medos y de los persas, todo real decreto es irrevocable una vez promulgado.

17. El rey acabó cediendo y mandó que trajeran a Daniel y lo arrojaran al foso de los leones. Antes le dijo:—Tu Dios, a quien tan fielmente das culto, te salvará.

18. Una vez dentro, trajeron una piedra para cerrar la boca del foso, y el rey la selló con su anillo y el de sus dignatarios para que, conforme a la sentencia, nadie pudiese hacer nada por Daniel.

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