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Daniel 5:11-21 La Palabra Versión Española (BLP)

11. pues tienes en tu reino a un hombre que participa del espíritu de los dioses santos. En vida de tu padre demostró tener una clarividencia, una inteligencia y una sabiduría propias de los dioses. El rey Nabucodonosor, tu padre, lo nombró jefe de los magos, adivinos, hechiceros y astrólogos.

12. Se llama Daniel, aunque el rey le puso por nombre Baltasar. Parece estar dotado de un saber y de una inteligencia superiores, capaces de interpretar sueños, descifrar enigmas y resolver complicados problemas. Que llamen, pues, a Daniel para que te interprete la inscripción.

13. Daniel fue traído de inmediato a la presencia del rey, que le preguntó:—¿Eres tú Daniel, uno de aquellos deportados que mi padre, el rey, trajo de Judá?

14. He oído decir que participas del espíritu de los dioses y que sobrepasas a todos en clarividencia, inteligencia y sabiduría.

15. Hace un momento han traído a mi presencia a los sabios y adivinos para que leyeran este escrito y me lo interpretaran, pero no han sido capaces de dar con su significado.

16. Además he oído decir que sabes interpretar y resolver complicados problemas. Pues bien, si eres capaz de leer e interpretarme esta inscripción, te haré vestir de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.

17. Daniel le respondió:—Puedes quedarte con tus regalos y ofrecer tus obsequios a otros. De todos modos, voy a leer la inscripción y ofreceré a su majestad la interpretación.

18. El Dios Altísimo, majestad, concedió a tu padre Nabucodonosor soberanía, poder, fama y honor.

19. A causa de aquel poder que el Dios Altísimo le había concedido, la gente de todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo ante él. Ejecutaba o dejaba con vida a quien quería; a unos engrandecía y a otros humillaba.

20. Pero, al volverse soberbio, orgulloso y arrogante, fue desposeído del trono y despojado de su gloria.

21. Dejó de vivir entre personas, su entendimiento quedó reducido al de las bestias, vivía entre los asnos salvajes, comía hierba como los toros y el rocío empapaba su cuerpo; hasta que reconoció que el Dios Altísimo controla los reinos humanos y se los da a quien quiere.

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