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Daniel 4:9-21 La Palabra Versión Española (BLP)

9. Tenía un ramaje magníficoy tal cantidad de frutosque había comida para todos.Las fieras del campovenían a cobijarse a su sombra;todas las aves del cieloacudían a anidar en sus ramas.Todos los seres vivientesse nutrían de aquel árbol.

10. En las visiones que pasaban por mi mente mientras dormía, pude ver cómo un santo vigilante bajaba del cielo

11. y gritaba a pleno pulmón:¡Talad el árbol, cortad su ramaje;arrancad sus hojas, tirad sus frutos!Que las bestias huyan de debajo del árbol,que los pájaros todos abandonen sus ramas.

12. Pero dejad en tierra tocón y raíces,sujetos con cadenas de hierro y de bronce,como una más de las matas del campo.Que el rocío del cielo lo empape de humedad,que comparta con las bestias la hierba del campo.

13. Que sea desposeído de entendimiento humano,que su razón* se equipare a la de un animal,hasta que hayan pasado siete años.

14. Esta es la sentencia que dictan los Vigilantes,esta es la decisión tomada por los Santos.Así reconocerán todos los vivientesque el Altísimo controla los reinos humanos:se los da a quien le place y ensalza al más humilde.

15. Este es el sueño que tuve yo, el rey Nabucodonosor. Por tu parte, Baltasar, dime cómo se interpreta, pues ningún sabio de mi reino ha podido hacerlo. Tú serás sin duda capaz de ello, pues participas del espíritu de los dioses santos.

16. Daniel (apodado Baltasar) permaneció de momento perplejo, alarmado por sus pensamientos. El rey insistió:—Baltasar, no te sientas alarmado por el sueño y su interpretación.Baltasar contestó:—Señor, ¡ojalá este sueño se refiriese a tus adversarios y tus enemigos fuesen los destinatarios de su interpretación!

17. El árbol que viste crecer corpulento, cuya copa llegaba hasta el cielo y que era visible desde toda la tierra,

18. que tenía un ramaje magnífico y tal cantidad de frutos que podía alimentar a todos, con una sombra bajo la cual iban a cobijarse los animales salvajes y unas ramas en las que anidaban las aves del cielo, ese árbol

19. eres tú, majestad. Te has hecho grande y poderoso: tu grandeza ha llegado hasta el cielo y tu poder se ha expandido por los confines de la tierra.

20. También viste, majestad, a un vigilante santo que bajaba del cielo y decía: «Talad el árbol y hacedlo astillas, pero dejad en tierra el tocón y las raíces, sujetos con cadenas de hierro y de bronce, como una más de las matas del campo. Que lo empape el rocío del cielo y se alimente como las bestias del campo, hasta que pasen siete años».

21. Pues bien, majestad, esta es su interpretación y la decisión que el Altísimo ha tomado sobre el rey, mi señor:

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