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Daniel 4:10-30 La Palabra Versión Española (BLP)

10. En las visiones que pasaban por mi mente mientras dormía, pude ver cómo un santo vigilante bajaba del cielo

11. y gritaba a pleno pulmón:¡Talad el árbol, cortad su ramaje;arrancad sus hojas, tirad sus frutos!Que las bestias huyan de debajo del árbol,que los pájaros todos abandonen sus ramas.

12. Pero dejad en tierra tocón y raíces,sujetos con cadenas de hierro y de bronce,como una más de las matas del campo.Que el rocío del cielo lo empape de humedad,que comparta con las bestias la hierba del campo.

13. Que sea desposeído de entendimiento humano,que su razón* se equipare a la de un animal,hasta que hayan pasado siete años.

14. Esta es la sentencia que dictan los Vigilantes,esta es la decisión tomada por los Santos.Así reconocerán todos los vivientesque el Altísimo controla los reinos humanos:se los da a quien le place y ensalza al más humilde.

15. Este es el sueño que tuve yo, el rey Nabucodonosor. Por tu parte, Baltasar, dime cómo se interpreta, pues ningún sabio de mi reino ha podido hacerlo. Tú serás sin duda capaz de ello, pues participas del espíritu de los dioses santos.

16. Daniel (apodado Baltasar) permaneció de momento perplejo, alarmado por sus pensamientos. El rey insistió:—Baltasar, no te sientas alarmado por el sueño y su interpretación.Baltasar contestó:—Señor, ¡ojalá este sueño se refiriese a tus adversarios y tus enemigos fuesen los destinatarios de su interpretación!

17. El árbol que viste crecer corpulento, cuya copa llegaba hasta el cielo y que era visible desde toda la tierra,

18. que tenía un ramaje magnífico y tal cantidad de frutos que podía alimentar a todos, con una sombra bajo la cual iban a cobijarse los animales salvajes y unas ramas en las que anidaban las aves del cielo, ese árbol

19. eres tú, majestad. Te has hecho grande y poderoso: tu grandeza ha llegado hasta el cielo y tu poder se ha expandido por los confines de la tierra.

20. También viste, majestad, a un vigilante santo que bajaba del cielo y decía: «Talad el árbol y hacedlo astillas, pero dejad en tierra el tocón y las raíces, sujetos con cadenas de hierro y de bronce, como una más de las matas del campo. Que lo empape el rocío del cielo y se alimente como las bestias del campo, hasta que pasen siete años».

21. Pues bien, majestad, esta es su interpretación y la decisión que el Altísimo ha tomado sobre el rey, mi señor:

22. Dejarás de estar entre las personas y vivirás en compañía de las bestias del campo. Te darán hierba, igual que a los toros, quedarás empapado por el rocío del cielo. Tendrán que transcurrir siete años hasta que reconozcas que el Altísimo tiene poder sobre los reinos humanos, y los da a quien le place.

23. La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol significa que el reino te será devuelto en cuanto reconozcas que el único que tiene poder es el Dios del cielo.

24. Así pues, majestad, acepta de buen grado mi consejo: corrige tus desvíos* haciendo buenas obras y expía tus delitos practicando la misericordia con los pobres; de ese modo, se prolongará tu felicidad.

25. Esto fue lo que le sucedió al rey Nabucodonosor.

26. Transcurridos doce meses, mientras paseaba por la terraza del palacio real de Babilonia,

27. el rey iba pensando: «Esta es la gran Babilonia, construida por mí como residencia real, obra de mi poder y manifestación de mi magnificencia».

28. Todavía andaba el rey con estos pensamientos, cuando una voz bajó del cielo:—Contigo hablo, rey Nabucodonosor: has sido desposeído de tu reino.

29. Serás retirado de en medio de las personas y vivirás con las bestias del campo; comerás hierba como los toros, y tendrán que transcurrir siete años hasta que reconozcas que el Altísimo tiene poder sobre los reinos humanos y que los da a quien le place.

30. En aquel mismo momento se cumplieron en Nabucodonosor las palabras pronunciadas: dejó de vivir entre personas y empezó a comer hierba como los toros, su cuerpo quedó empapado por el rocío del cielo, los cabellos le crecieron como plumas de águila y le salieron uñas como las de las aves.

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