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2 Reyes 6:17-31 La Palabra Versión Española (BLP)

17. Luego oró así:—Señor, ábrele los ojos para que pueda ver.El Señor abrió los ojos al criado y este vio que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.

18. Cuando los sirios bajaban a capturarlo, Eliseo oró de nuevo al Señor:—Deja ciega a esa gente.Y el Señor los dejó ciegos conforme a la petición de Eliseo.

19. Entonces Eliseo les dijo:—Este no es el camino, ni esta la ciudad. Seguidme y os llevaré hasta el hombre que buscáis.Y los llevó a Samaría.

20. Cuando llegaron a Samaría, Eliseo oró:—Señor, ábreles los ojos, para que puedan ver.El Señor les abrió los ojos y ellos descubrieron que estaban dentro de Samaría.

21. Cuando el rey de Israel los vio, le preguntó a Eliseo:—Padre, ¿los mato?

22. No los mates. ¿Acaso acostumbras a matar a los que no has capturado con tu espada y tu arco? Ofréceles pan y agua, para que coman y beban y luego se marchen con su señor.

23. El rey les preparó un gran banquete y ellos comieron y bebieron. Luego los despidió y regresaron a su señor. A partir de entonces las bandas de sirios no volvieron a invadir territorio israelita.

24. Algún tiempo después, Benadad, rey de Siria, movilizó a todo su ejército y puso cerco a Samaría.

25. El hambre llegó a ser tan grave a causa del asedio, que una cabeza de burro llegó a costar ochenta siclos* de plata y un puñado de palomina, cinco siclos.

26. Un día, el rey paseaba por la muralla y una mujer le gritó:—¡Majestad, socórreme!

27. Él respondió:—Si el Señor no te socorre, ¿con qué voy a socorrerte yo? ¿Con trigo o con mosto?

28. Y el rey le preguntó:—¿Qué te pasa?Ella respondió:—Esta mujer me dijo: «Trae a tu hijo, lo comeremos hoy, y mañana nos comeremos el mío».

29. Así que cocimos a mi hijo y nos lo comimos. Pero cuando al día siguiente le pedí que nos entregara a su hijo para comérnoslo, ella lo escondió.

30. Cuando el rey escuchó las palabras de la mujer, se rasgó las vestiduras y, como estaba paseando por la muralla, la gente pudo ver que llevaba un sayal pegado al cuerpo.

31. Luego dijo:—¡Que Dios me castigue, si Eliseo, el hijo de Safat, salva hoy su cabeza!

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