Antiguo Testamento

Nuevo Testamento

1 Samuel 26:11-20 La Palabra Versión Española (BLP)

11. ¡El Señor me libre de atentar contra su ungido! Así que toma la lanza que está a su cabecera y la cantimplora, y vámonos.

12. David tomó la lanza y la cantimplora de la cabecera de Saúl y se marcharon, sin que nadie los viese, ni se enterase, ni despertase. Todos estaban dormidos, pues el Señor los había hecho caer en un profundo sueño.

13. David cruzó al lado opuesto, se detuvo lejos, en la cima del monte, dejando una buena distancia entre ellos

14. y gritó a la tropa y a Abner, el hijo de Ner:—Abner, respóndeme.Abner respondió:—¿Quién eres tú para gritar al rey?

15. David le dijo:—Tú, que eres el hombre más aguerrido de Israel, ¿cómo es que no has protegido al rey, tu señor, cuando un cualquiera ha ido a matarlo?

16. No está bien lo que has hecho. Vive Dios que merecéis la muerte por no haber protegido a vuestro señor, al ungido del Señor. ¡Mira, si no, dónde están la lanza del rey y la cantimplora que había a su cabecera!

17. Entonces Saúl reconoció la voz de David y le dijo:—¿Es esa tu voz, David, hijo mío?David respondió:—Sí, es mi voz, majestad.

18. Y añadió:—¿Por qué persigue mi señor a este siervo suyo? ¿Qué he hecho yo? ¿Qué delito he cometido?

19. Ruego a mi señor, el rey, que se digne escuchar las palabras de su siervo. Si es el Señor quien te empuja contra mí, se aplacará con una ofrenda; pero si son los hombres, ¡que el Señor los maldiga! Porque hoy me expulsan y me impiden participar en la herencia del Señor, mandándome a servir a otros dioses.

20. Que no caiga, pues mi sangre por tierra, lejos de la presencia del Señor, ya que el rey de Israel ha salido en busca de una simple pulga, como si fuese a cazar una perdiz en el monte.

Leer capítulo completo 1 Samuel 26