29. Al instante la fuente de su sangre se secó, y sintió en su cuerpo que estaba curada de su aflicción.
30. Enseguida Jesús, dándose cuenta de que había salido poder de El, volviéndose entre la gente, dijo: "¿Quién ha tocado Mi ropa?"
31. Y Sus discípulos Le dijeron: "Ves que la multitud Te oprime, y preguntas: '¿Quién Me ha tocado?'"
32. Pero El miraba a su alrededor para ver a la mujer que Lo había tocado.
33. Entonces la mujer, temerosa y temblando, dándose cuenta de lo que le había sucedido, vino y se postró delante de El y Le dijo toda la verdad.
34. "Hija, tu fe te ha sanado," le dijo Jesús; "vete en paz y queda sana de tu aflicción."
35. Mientras El estaba todavía hablando, vinieron unos enviados de la casa del oficial de la sinagoga, diciendo: "Tu hija ha muerto, ¿para qué molestas aún al Maestro?"
36. Pero Jesús, oyendo lo que se hablaba, dijo al oficial de la sinagoga: "No temas, cree solamente."
37. Y no permitió que nadie fuera con El sino sólo Pedro, Jacobo (Santiago) y Juan, hermano de Jacobo.
38. Fueron a la casa del oficial de la sinagoga, y Jesús vio el alboroto, y a los que lloraban y se lamentaban mucho.