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Éxodo 8:20-32 La Nueva Biblia de los Hispanos (NBLH)

20. El SEÑOR dijo a Moisés: "Levántate muy de mañana y ponte delante de Faraón cuando salga del agua, dile: 'Así dice el SEÑOR: "Deja ir a Mi pueblo para que Me sirva.

21. "Porque si no dejas ir a Mi pueblo, entonces enviaré enjambres de insectos sobre ti y sobre tus siervos, sobre tu pueblo y dentro de tus casas. Las casas de los Egipcios se llenarán de enjambres de insectos, y también el suelo sobre el cual están.

22. "Pero en aquel día Yo pondré aparte la tierra de Gosén en la que mora Mi pueblo, para que no haya allí enjambres de insectos, a fin de que sepas que Yo, el SEÑOR, estoy en medio de la tierra.

23. "Yo haré distinción entre Mi pueblo y tu pueblo. Mañana tendrá lugar esta señal."'"

24. Así lo hizo el SEÑOR. Y entraron grandes enjambres de insectos en la casa de Faraón y en las casas de sus siervos, y en todo el país de Egipto la tierra fue devastada a causa de los enjambres de insectos.

25. Entonces llamó Faraón a Moisés y a Aarón, y dijo: "Vayan, ofrezcan sacrificio a su Dios dentro del país."

26. "No conviene que lo hagamos así," respondió Moisés, "porque es abominación para los Egipcios lo que sacrificaremos al SEÑOR nuestro Dios. Si sacrificamos lo que es abominación para los Egipcios delante de sus ojos, ¿no nos apedrearán?

27. "Andaremos una distancia de tres días de camino en el desierto, y ofreceremos sacrificios al SEÑOR nuestro Dios, tal como El nos manda."

28. El Faraón dijo: "Los dejaré ir para que ofrezcan sacrificio al SEÑOR su Dios en el desierto, sólo que no vayan muy lejos. Oren por mí."

29. "Voy a salir de tu presencia," le contestó Moisés "y rogaré al SEÑOR que los enjambres de insectos se alejen mañana de Faraón, de sus siervos y de su pueblo. Pero que Faraón no vuelva a obrar con engaño, no dejando ir al pueblo a ofrecer sacrificios al SEÑOR."

30. Salió Moisés de la presencia de Faraón y oró al SEÑOR.

31. Y el SEÑOR hizo como Moisés Le pidió, y quitó los enjambres de insectos de Faraón, de sus siervos y de su pueblo. No quedó ni uno solo.

32. Pero Faraón endureció su corazón también esta vez y no dejó salir al pueblo.

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