56. Pero todo esto sucede para que se cumpla lo que escribieron los profetas.Y en aquel momento, todos los discípulos de Jesús lo abandonaron y huyeron.
57. Los que habían apresado a Jesús lo llevaron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se hallaban reunidos los maestros de la ley y los ancianos.
58. Pedro, que lo había seguido de lejos hasta la mansión del sumo sacerdote, entró también y se sentó junto a los criados para ver en qué terminaba todo aquello.
59. Los jefes de los sacerdotes y el pleno del Consejo Supremo andaban buscando un testimonio falso contra Jesús para condenarlo a muerte.
60. Pero no lo encontraban, a pesar de los muchos testigos falsos que comparecían ante ellos. Finalmente comparecieron dos,
61. que dijeron:— Este ha afirmado: “Yo puedo derribar el Templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.
62. Levantándose entonces el sumo sacerdote, dijo a Jesús:— ¿No tienes nada que alegar a lo que estos testifican contra ti?
63. Pero Jesús permaneció en silencio. Entonces el sumo sacerdote le conminó:— ¡En nombre del Dios vivo, te exijo que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios!
64. Jesús le respondió:— Tú lo has dicho*. Y añadiré que más adelante veréis al Hijo del hombre sentado junto al Todopoderosoy viniendo sobre las nubes del cielo.
65. Al oír esto, el sumo sacerdote se rasgó las vestiduras y exclamó:— ¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testimonios? ¡Ya habéis oído su blasfemia!
66. ¿Qué os parece?Ellos contestaron:— ¡Que merece la muerte!
67. Y se pusieron a escupirlo en la cara y a darle puñetazos mientras otros lo abofeteaban
68. diciendo:— ¡Adivina, Mesías, quién te ha pegado!
69. Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el patio. Se le acercó una criada, y le dijo:— Tú eres uno de los que acompañaban a Jesús, el galileo.
70. Pedro lo negó delante de todos, diciendo:— ¡No sé de qué hablas!
71. Luego se dirigió hacia la puerta y, cuando salía, lo vio otra criada, que aseguró a los que estaban allí:— Este también andaba con Jesús de Nazaret.
72. Otra vez lo negó Pedro, jurando:— ¡No sé quién es ese hombre!
73. Algo más tarde se acercaron a Pedro unos que estaban allí, y le dijeron:— Pues no cabe duda de que tú eres de los suyos; el acento mismo te delata.
74. Entonces él comenzó a jurar y perjurar:— ¡No sé quién es ese hombre!Y al instante cantó un gallo.
75. Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: “Antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces”. Y saliendo de allí, se echó a llorar amargamente.