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Juan 4:18-37 La Biblia Traducción Interconfesional Versión Española (BTI)

18. Has tenido cinco y ese con el que ahora vives no es tu marido. En esto has dicho la verdad.

19. Le responde la mujer:— Señor, veo que eres profeta.

20. Nuestros antepasados rindieron culto a Dios en este monte; en cambio, vosotros los judíos decís que el lugar para dar culto a Dios es Jerusalén.

21. Jesús le contesta:— Créeme, mujer, está llegando el momento en que para dar culto al Padre, no tendréis que subir a este monte ni ir a Jerusalén.

22. Vosotros los samaritanos rendís culto a algo que desconocéis; nosotros sí lo conocemos, ya que la salvación viene de los judíos.

23. Está llegando el momento, mejor dicho, ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque estos son los adoradores que el Padre quiere.

24. Dios es espíritu, y quienes le rinden culto deben hacerlo en espíritu y en verdad.

25. La mujer le dice:— Yo sé que el Mesías (es decir, el Cristo) está por llegar; cuando venga nos lo enseñará todo.

26. Jesús, entonces, le manifiesta:— El Mesías soy yo, el mismo que está hablando contigo.

27. En ese momento llegaron los discípulos y se sorprendieron al ver a Jesús hablando con una mujer; pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería de ella o de qué estaban hablando.

28. La mujer, por su parte, dejó allí el cántaro, regresó al pueblo y dijo a la gente:

29. — Venid a ver a un hombre que me ha adivinado todo lo que he hecho. ¿Será el Mesías?

30. Ellos salieron del pueblo y fueron a ver a Jesús.

31. Mientras tanto, los discípulos le insistían:— Maestro, come.

32. Pero él les dijo:— Yo me alimento de un manjar que vosotros no conocéis.

33. Los discípulos comentaban entre sí:— ¿Será que alguien le ha traído comida?

34. Jesús les explicó:— Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo sus planes.

35. ¿No decís vosotros que todavía faltan cuatro meses para la cosecha? Pues fijaos: los sembrados están ya maduros para la recolección.

36. El que trabaja en la recolección recibe su salario y recoge el fruto con destino a la vida eterna; de esta suerte, se alegran juntos el que siembra y el que hace la recolección.

37. Con lo que se cumple el proverbio: “Uno es el que siembra y otro el que cosecha”.

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