14. en cambio, el que beba del agua que yo quiero darle, nunca más volverá a tener sed sino que esa agua se convertirá en su interior en un manantial capaz de dar vida eterna.
15. Exclama entonces la mujer:— Señor, dame de esa agua; así ya no volveré a tener sed ni tendré que venir aquí a sacar agua.
16. Jesús le dice:— Vete a tu casa, llama a tu marido y vuelve acá.
17. Ella le contesta:— No tengo marido.— Es cierto —reconoce Jesús—; no tienes marido.
18. Has tenido cinco y ese con el que ahora vives no es tu marido. En esto has dicho la verdad.
19. Le responde la mujer:— Señor, veo que eres profeta.
20. Nuestros antepasados rindieron culto a Dios en este monte; en cambio, vosotros los judíos decís que el lugar para dar culto a Dios es Jerusalén.
21. Jesús le contesta:— Créeme, mujer, está llegando el momento en que para dar culto al Padre, no tendréis que subir a este monte ni ir a Jerusalén.
22. Vosotros los samaritanos rendís culto a algo que desconocéis; nosotros sí lo conocemos, ya que la salvación viene de los judíos.