31. Los judíos que estaban en casa con María, consolándola, al ver que se levantaba y salía muy de prisa, la siguieron, pensando que iría a la tumba de su hermano para llorar allí.
32. Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies y exclamó:— Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33. Jesús, al verla llorar a ella y a los judíos que la acompañaban, lanzó un suspiro y, profundamente emocionado,
34. preguntó:— ¿Dónde lo habéis sepultado?Ellos contestaron:— Ven a verlo, Señor.
35. Jesús se echó a llorar,
36. y los judíos allí presentes comentaban:— Bien se ve que lo quería de verdad.
37. Pero algunos dijeron:— Y este, que dio vista al ciego, ¿no podría haber hecho algo para evitar la muerte de su amigo?