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Hebreos 10:17-35 La Biblia Traducción Interconfesional Versión Española (BTI)

17. Y añade: No me acordaré más de sus pecados, ni tampoco de sus iniquidades.

18. Ahora bien, donde el perdón de los pecados es un hecho, ya no hay necesidad de ofrendas por el pecado.

19. Así pues, hermanos, la muerte* de Jesús nos ha dejado vía libre hacia el santuario,

20. abriéndonos un camino nuevo y viviente a través del velo, es decir, de su propia humanidad.

21. Jesús es, además, el gran sacerdote puesto al frente del pueblo de Dios.

22. Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe*, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.

23. Mantengamos fielmente la esperanza que profesamos porque quien ha hecho la promesa es fiel,

24. y estimulémonos mutuamente en la práctica del amor y de las buenas obras.

25. Que nadie deje de asistir a las reuniones de su iglesia, como algunos tienen por costumbre; al contrario, animaos unos a otros, tanto más cuanto estáis viendo que se está acercando el día.

26. Porque si después de haber conocido la verdad continuamos pecando intencionadamente, ¿qué otro sacrificio podrá perdonar los pecados?

27. Sólo queda la temible espera del juicio y del fuego ardiente que está presto a devorar a los rebeldes.

28. Si uno quebranta la ley de Moisés y dos o tres testigos lo confirman, es condenado a muerte sin compasión.

29. Pues ¡qué decir de quien haya pisoteado al Hijo de Dios, haya profanado la sangre de la alianza con que fue consagrado y haya ultrajado al Espíritu que es fuente de gracia! ¿No merece un castigo mucho más severo?

30. Conocemos, en efecto, a quien ha dicho: A mí me corresponde tomar venganza; yo daré a cada uno según su merecido. Y también: El Señor es quien juzgará a su pueblo.

31. ¡Tiene que ser terrible caer en las manos del Dios viviente!

32. Recordad aquellos días, cuando apenas acababais de recibir la luz de la fe y tuvisteis ya que sostener un encarnizado y doloroso combate.

33. Unos fuisteis públicamente escarnecidos y sometidos a tormentos; otros os hicisteis solidarios con los que así eran maltratados.

34. Os compadecisteis, efectivamente, de los encarcelados y soportasteis con alegría que os despojaran de vuestros bienes, seguros como estabais de tener a vuestro alcance unos bienes más valiosos y duraderos.

35. No perdáis, pues, el ánimo. El premio que os espera es grande.

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