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Marcos 8:22-37 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

22. Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le pidieron a Jesús que lo tocara.

23. Jesús tomó al hombre de la mano y lo llevó hasta las afueras del pueblo. Allí, escupió saliva en los ojos del ciego, lo tocó y le preguntó: —¿Puedes ver algo?

24. El hombre levantó la mirada y dijo: —Veo a la gente como árboles caminando.

25. Entonces Jesús volvió a poner sus manos en los ojos del ciego. Luego el hombre abrió bien los ojos y pudo ver todo con claridad. Había recobrado la vista.

26. Jesús mandó al hombre a su casa y le dijo: —No entres al pueblo.

27. Jesús y sus seguidores se fueron a los pueblos de la región de Cesarea de Filipo. Cuando iban por el camino, Jesús les preguntó a sus seguidores: —¿Quién dice la gente que soy yo?

28. Ellos contestaron: —Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas.

29. Les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro le respondió: —Tú eres el Mesías.

30. Entonces Jesús les advirtió que no se lo dijeran a nadie.

31. Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tendría que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos líderes, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Tendría que morir, pero a los tres días resucitaría.

32. Les dijo todo lo que tenía que pasar; no les ocultó nada. Pero Pedro habló a solas con Jesús y comenzó a reprenderlo.

33. Entonces Jesús se dio vuelta, miró a los seguidores y regañó a Pedro diciendo: —¡Largo de aquí, Satanás! A ti no te preocupan las cosas de Dios, sino las de la gente.

34. Luego, Jesús llamó a la gente y a sus seguidores y les dijo: —Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da y seguirme.

35. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa y por mi mensaje, la salvará.

36. De nada vale tener todo el mundo y perder la vida.

37. Nadie podrá pagar lo suficiente para recuperar su vida.

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