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Marcos 8:19-35 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

19. Cuando partí los cinco panes para alimentar a los cinco mil, ¿recuerdan cuántas canastas con pedazos de sobra recogieron? —Doce —respondieron ellos.

20. —Y cuando partí los siete panes para los cuatro mil, ¿recuerdan cuántas canastas con pedazos de sobra recogieron? —Siete —respondieron.

21. Luego Jesús les dijo: —¿Y aún así no entienden?

22. Cuando llegaron a Betsaida, le trajeron a un ciego y le pidieron a Jesús que lo tocara.

23. Jesús tomó al hombre de la mano y lo llevó hasta las afueras del pueblo. Allí, escupió saliva en los ojos del ciego, lo tocó y le preguntó: —¿Puedes ver algo?

24. El hombre levantó la mirada y dijo: —Veo a la gente como árboles caminando.

25. Entonces Jesús volvió a poner sus manos en los ojos del ciego. Luego el hombre abrió bien los ojos y pudo ver todo con claridad. Había recobrado la vista.

26. Jesús mandó al hombre a su casa y le dijo: —No entres al pueblo.

27. Jesús y sus seguidores se fueron a los pueblos de la región de Cesarea de Filipo. Cuando iban por el camino, Jesús les preguntó a sus seguidores: —¿Quién dice la gente que soy yo?

28. Ellos contestaron: —Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, y otros que uno de los profetas.

29. Les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? Pedro le respondió: —Tú eres el Mesías.

30. Entonces Jesús les advirtió que no se lo dijeran a nadie.

31. Jesús comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre tendría que pasar por muchos sufrimientos y ser rechazado por los ancianos líderes, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Tendría que morir, pero a los tres días resucitaría.

32. Les dijo todo lo que tenía que pasar; no les ocultó nada. Pero Pedro habló a solas con Jesús y comenzó a reprenderlo.

33. Entonces Jesús se dio vuelta, miró a los seguidores y regañó a Pedro diciendo: —¡Largo de aquí, Satanás! A ti no te preocupan las cosas de Dios, sino las de la gente.

34. Luego, Jesús llamó a la gente y a sus seguidores y les dijo: —Si alguien quiere ser mi seguidor, tiene que renunciar a sí mismo, aceptar la cruz que se le da y seguirme.

35. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa y por mi mensaje, la salvará.

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