25. Eran las nueve de la mañana cuando crucificaron a Jesús.
26. El letrero que tenía escrita la razón de su condena decía: «El Rey de los judíos».
27. Junto a Jesús crucificaron también a dos ladrones, uno a su derecha y otro a su izquierda.
29. La gente que pasaba lo insultaba, meneando la cabeza y diciendo: —¡Eh, tú que vas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días,
30. baja de esa cruz y sálvate a ti mismo!
31. También los jefes de los sacerdotes junto con los maestros de la ley se burlaban entre ellos de Jesús y decían: —Salvó a otros, pero no se puede salvar a sí mismo.
32. Si en realidad es el Mesías, el rey de Israel, que baje de la cruz ahora y al ver eso le creeríamos. Los ladrones que estaban crucificados junto a él también lo insultaron.
33. Al mediodía toda la tierra quedó sumida en oscuridad hasta las tres de la tarde.
34. A las tres de la tarde Jesús gritó fuerte: «¡Eloí, Eloí! ¿Lema sabactani?» que significa: «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?»
35. Algunos de los que estaban allí lo oyeron y decían: —¡Oigan, está llamando a Elías!
36. Luego, alguien corrió a traer una esponja empapada en vinagre. La puso en un palo, se la ofreció a Jesús para que bebiera y dijo: —Déjenlo, vamos a ver si Elías viene a bajarlo.
37. Pero Jesús dio un gran grito y murió.
38. Cuando Jesús murió, la cortina del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo.
39. Y cuando el capitán que estaba de pie frente a Jesús lo escuchó gritar y lo vio morir, dijo: —Este hombre sí era el Hijo de Dios.
40. Algunas mujeres estaban mirando desde lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la mamá de Santiago el menor y de José, y Salomé.