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Marcos 1:22-42 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

22. La gente se admiraba de su enseñanza, porque les enseñaba como alguien que tiene autoridad y no como los maestros de la ley.

23. De pronto llegó a la sinagoga un hombre poseído por un espíritu maligno que gritó:

24. —¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!

25. Pero Jesús reprendió al espíritu maligno y le dijo: —¡Cállate y sal de él!

26. Luego el espíritu maligno sacudió al hombre, dio un gran grito y salió de él.

27. Todos se quedaron atónitos y empezaron a preguntarse entre sí: «¿Qué está pasando? ¡Este hombre enseña algo nuevo y lo hace con autoridad! ¡Hasta puede darles órdenes a los espíritus malignos y ellos lo obedecen!»

28. La fama de Jesús se extendió rápidamente por toda la región de Galilea.

29. Cuando salieron de la sinagoga, Jesús, Santiago y Juan fueron a la casa de Simón y Andrés.

30. La suegra de Simón estaba acostada con fiebre. De inmediato se lo dijeron a Jesús.

31. Él se acercó a la mujer y la tomó de la mano para ayudarla a levantarse, y la fiebre la dejó. Entonces, ella comenzó a atenderlos.

32. Al anochecer, cuando ya se había puesto el sol, le llevaron a Jesús todos los enfermos y los que estaban atormentados por demonios.

33. Todo el pueblo se reunió en la puerta.

34. Jesús sanó toda clase de enfermedades y expulsó muchos demonios; pero no permitió que los demonios hablaran porque ellos sabían quién era él.

35. Muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó y fue a un lugar solitario para orar.

36. Luego Simón y los otros que estaban con él salieron a buscar a Jesús.

37. Cuando lo encontraron, le dijeron: —Todos te están buscando.

38. Jesús les respondió: —Vámonos a otros pueblos para que yo pueda anunciar el mensaje también allá. Para eso he venido.

39. Así que Jesús siguió por toda Galilea anunciando su mensaje en las sinagogas y expulsando los demonios.

40. Un leproso se acercó a él, se arrodilló y le suplicó que lo ayudara. El hombre le dijo a Jesús: —Señor, si quieres, puedes quitarme esta enfermedad.

41. Lo que dijo al final hizo que Jesús se enfadara con él, pero extendió la mano, tocó al hombre y le dijo: —Sí quiero. ¡Sana ya!

42. En ese mismo instante la lepra desapareció y quedó sano.

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