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Lucas 7:22-40 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

22. Entonces les contestó: —Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y escuchado. Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia.

23. Afortunado el que no dude de mí.

24. Después de que los mensajeros de Juan se fueron, Jesús comenzó a hablar a la multitud acerca de Juan: «¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Hierba azotada por el viento?

25. Si no, ¿qué salieron a ver? ¿A un hombre vestido con ropa fina? ¡Escuchen! La gente que se viste con ropa elegante y vive de lujo, habita en palacios.

26. ¿Entonces qué es lo que salieron a ver? ¿A un profeta? Sí, les digo que Juan es más que un profeta.

27. Las Escrituras dicen de él: “Oye, te envío mi mensajero delante de ti, quien preparará el camino para tu venida”.

28. Les digo que Juan es el mejor hombre que ha nacido; sin embargo, el menos importante en el reino de Dios es mejor que Juan».

29. Cuando toda la gente oyó esto, incluso los cobradores de impuestos, se hicieron bautizar por Juan. Así reconocieron que la enseñanza de Dios era correcta.

30. Pero los fariseos y los expertos de la ley rechazaron el plan de Dios para ellos, y no permitieron que Juan los bautizara.

31. «¿Con quién puedo comparar a la gente de esta generación? ¿Cómo son ellos?

32. Son como muchachos sentados en la plaza que se gritan unos a otros: “¡Nosotros tocamos la flauta, pero ustedes no bailaron. Cantamos una canción triste, pero ustedes no lloraron!”

33. Porque vino Juan el Bautista, quien no comía pan ni bebía vino como los demás, pero ustedes dicen: “Tiene un demonio”.

34. Ha venido el Hijo del hombre que come y bebe como los demás, pero ustedes dicen: “Miren, es comilón, borracho y amigo de los cobradores de impuestos y de los pecadores”.

35. Pero la sabiduría divina se comprueba por la vida de todos los que la siguen».

36. Uno de los fariseos invitó a Jesús a comer, así que él fue a la casa del fariseo y ocupó su lugar en la mesa.

37. Había en el pueblo una mujer de mala vida. Cuando se enteró de que Jesús estaba comiendo en la casa del fariseo, le llevó un frasco de alabastro con perfume en aceite.

38. Se colocó detrás de Jesús, llorando a sus pies y empezó a mojarle los pies con sus lágrimas. Los secó con su cabello, los besó y los ungió con el perfume en aceite.

39. Al ver esto, el fariseo que había invitado a Jesús a comer se dijo a sí mismo: «Si este hombre fuera un profeta, sabría qué clase de mujer es esta que lo está tocando. Sabría que es una pecadora».

40. Entonces Jesús respondiendo a lo que el fariseo estaba pensando, dijo: —Simón, tengo algo que decirte. Simón le dijo: —Dime, Maestro.

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