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Lucas 5:8-24 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

8. Al ver esto Simón Pedro se arrodilló delante de Jesús y le dijo: —¡Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador!

9. Es que él y todos sus compañeros se llenaron de asombro por la gran pesca que habían hecho.

10. Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo y compañeros de Simón, también estaban asombrados. Entonces Jesús le dijo a Simón: —No tengas miedo. De ahora en adelante vas a pescar gente.

11. Ellos trajeron sus botes a la orilla, dejaron todo y siguieron a Jesús.

12. Un día, Jesús estaba en un pueblo donde había un hombre con lepra en todo el cuerpo. Cuando vio a Jesús, se postró rostro en tierra delante de él y le rogó: —Señor, si quieres, puedes quitarme esta enfermedad.

13. Entonces Jesús extendió la mano, lo tocó y dijo: —Sí quiero. ¡Sana ya! En ese mismo instante la lepra desapareció.

14. Jesús le ordenó: —No se lo cuentes a nadie. Ve y preséntate ante el sacerdote y da la ofrenda por haber sido sanado, como lo ordenó Moisés. Esto servirá para que la gente compruebe que has sido sanado.

15. Sin embargo, estas noticias se extendían cada vez más. Se le acercaban multitudes para oírlo y para que los sanara de sus enfermedades.

16. A menudo Jesús se retiraba a lugares donde podía estar solo para orar.

17. Un día Jesús estaba enseñando, y unos fariseos y maestros de la ley estaban sentados allí. Habían venido de todos los pueblos de Galilea, Judea y de Jerusalén. El Señor le daba poder a Jesús para sanar a la gente.

18. Entonces llegaron unos hombres que cargaban a un paralítico en una camilla. Querían entrar para ponerlo delante de Jesús,

19. pero había tanta gente que no pudieron llegar hasta él. Así que subieron al techo, quitaron unas tejas y lo bajaron en la camilla hasta que quedó en medio de la gente, ante Jesús.

20. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo: —Amigo, tus pecados quedan perdonados.

21. Entonces los maestros de la ley y los fariseos se dijeron: «¿Quién es este hombre? Lo que dice es una ofensa a Dios. El único que puede perdonar pecados es Dios».

22. Pero Jesús sabía lo que estaban pensando, y les dijo: —¿Qué están pensando?

23. Tal vez piensen que es más fácil que yo le diga: “Tus pecados quedan perdonados”, porque eso no se puede comprobar. Pero si le digo: “¡Levántate y anda!”

24. y así sucede, entonces quedará comprobado que el Hijo del hombre tiene en la tierra el poder de perdonar pecados. Así que Jesús le dijo al paralítico: —A ti te digo: ¡levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa!

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