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Hechos 8:13-29 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

13. Simón mismo creyó y fue bautizado. Seguía a Felipe muy de cerca, asombrado también con las maravillas tan poderosas y las señales milagrosas que Felipe hacía.

14. Cuando los apóstoles supieron en Jerusalén que los de Samaria había aceptado la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.

15. Cuando llegaron a Samaria, Pedro y Juan oraron para que los creyentes de Samaria recibieran el Espíritu Santo, porque

16. el Espíritu no había venido sobre ninguno de ellos. Solamente se habían bautizado en el nombre del Señor Jesús.

17. Después de orar, Pedro y Juan les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

18. Al ver Simón que el Espíritu Santo se daba cuando Pedro y Juan imponían las manos, les ofreció dinero a los apóstoles

19. y les dijo: —Denme ese poder para que a quien yo le imponga las manos reciba el Espíritu Santo.

20. Entonces Pedro le respondió: —¡Púdrete con tu dinero! ¿Pensaste que podías comprar el don de Dios?

21. No tienes arte ni parte en nuestro trabajo porque Dios sabe que tienes la mente retorcida.

22. ¡Abandona tu maldad! Pídele al Señor que perdone tus malas intenciones.

23. Veo que estás lleno de amargura y de envidia, vives atado por el pecado.

24. Entonces Simón contestó: —Pidan por mí al Señor, para que no me pase nada de lo que ustedes han dicho.

25. Una vez que los apóstoles dieron testimonio de lo que sabían de Jesucristo y anunciaron el mensaje del Señor, regresaron a Jerusalén. Por el camino, entraron a muchos pueblos samaritanos y anunciaron la buena noticia de salvación.

26. Un ángel del Señor le habló a Felipe: «Prepárate para ir al sur por el camino que baja de Jerusalén a Gaza, el camino que cruza el desierto».

27. Entonces Felipe fue y encontró a un eunuco etíope, funcionario de la Candace, o sea la reina de Etiopía. Él estaba a cargo de todos los tesoros de ella y había viajado a Jerusalén para adorar a Dios.

28. Ahora regresaba a casa, sentado en su carruaje y leyendo el libro del profeta Isaías.

29. El Espíritu le dijo a Felipe: «Ve y acércate a ese carruaje».

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