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Hechos 27:18-35 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

18. Al día siguiente, el viento soplaba tan fuerte que comenzaron a arrojar la carga del barco al mar.

19. Un día después, con sus propias manos, tiraron el equipo del barco.

20. Al ver que no aparecían ni el sol ni las estrellas durante muchos días y la tormenta continuaba con más fuerza, perdimos toda esperanza de salvarnos.

21. Ninguno de nosotros había comido en muchos días. Entonces Pablo se puso de pie en medio de todos y dijo: «Señores, ustedes debieron haberme hecho caso de no navegar desde Creta, y así no hubieran tenido tantos problemas y pérdidas.

22. Pero ahora les digo que no se preocupen, ninguno de ustedes perderá la vida, solamente se perderá el barco.

23. Anoche Dios, a quien pertenezco y sirvo, envió a un ángel

24. que me dijo: “Pablo, no tengas miedo, vas a presentarte ante el emperador. Dios salvará tu vida y la de todos los que navegan contigo”.

25. Así que tengan valor, porque yo tengo fe en Dios y sé que todo pasará tal como me lo dijo el ángel.

26. Pero encallaremos en alguna isla».

27. Dos semanas después, estábamos flotando en el mar Adriático, y los marineros pensaron que estábamos cerca de tierra.

28. Midieron la profundidad del agua y observaron que era de treinta y siete metros. Un poco más adelante volvieron a medir y la profundidad ahí era de veintisiete metros.

29. Tuvieron miedo de estrellarse contra una roca, entonces arrojaron al agua cuatro anclas en la parte trasera del barco y se pusieron a rogar que llegara la luz del día.

30. Los marineros trataron de escapar del barco haciéndose los que iban a sacar un ancla de la parte delantera del barco.

31. Pero Pablo les dijo al oficial y a los soldados: «Si estos hombres no se quedan en el barco, ustedes perderán la vida».

32. Entonces los soldados cortaron las cuerdas que sostenían el bote salvavidas y lo dejaron caer al mar.

33. Antes de que amaneciera, Pablo empezó a convencerlos de que comieran algo, diciendo: «Llevan dos semanas esperando a ver qué pasa, sin comer nada.

34. Les ruego que coman algo porque lo necesitan para poder sobrevivir. Ninguno perderá ni un solo cabello de la cabeza».

35. Después de decir esto, tomó pan en sus manos y dio gracias a Dios ante todos. Después lo partió y empezó a comer.

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