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Hechos 20:7-27 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

7. El domingo nos reunimos todos para comer la Cena del Señor. Pablo tenía pensado irse al día siguiente. Él tomó la palabra y les habló hasta la media noche.

8. Estábamos todos en el piso de arriba y había muchas lámparas en el cuarto.

9. Un joven llamado Eutico estaba sentado en una ventana. Pablo hablaba y a Eutico le dio mucho sueño hasta que se quedó dormido y se cayó por la ventana desde un tercer piso. Cuando fueron a levantarlo, ya estaba muerto.

10. Pablo bajó a donde estaba Eutico, se arrodilló, lo abrazó y les dijo: —No se preocupen, él está vivo.

11. Pablo subió de nuevo, partió el pan y comió, siguió hablando hasta el amanecer y después se fue.

12. Llevaron vivo a Eutico a su casa y todos se animaron mucho.

13. Nosotros nos fuimos en barco hasta Asón antes que Pablo, porque él tenía planeado ir por tierra y embarcarse con nosotros en Asón.

14. Cuando nos encontramos con Pablo en Asón, subió al barco con nosotros y viajamos a la ciudad de Mitilene.

15. Al día siguiente, el barco salió de allí y llegamos a un lugar cercano a la isla de Quío. De ahí navegamos el segundo día hasta Samos. Un día después, llegamos a la ciudad de Mileto.

16. Pablo ya había decidido no detenerse en Éfeso porque no quería quedarse mucho tiempo en Asia. Hacía todo lo posible por apurarse y llegar a Jerusalén para el día de Pentecostés.

17. Estando en Mileto, Pablo mandó llamar allí a los ancianos líderes de la iglesia de Éfeso.

18. Cuando llegaron, les dijo: «Ustedes saben de mi vida desde el primer día en que vine a Asia y vieron cómo viví todo el tiempo mientras estuve con ustedes.

19. He trabajado para el Señor con humildad y con lágrimas, corriendo el riesgo de caer en los atentados que los judíos han tendido contra mí.

20. Siempre hice lo que era mejor para ustedes y les anuncié el mensaje públicamente y en privado.

21. Les dije a todos, judíos y no judíos, que cambiaran su manera de pensar y de vivir, que se acercaran a Dios y que creyeran en el Señor Jesús.

22. »Pero ahora debo obedecer al Espíritu e ir a Jerusalén. No sé qué me va a pasar allí.

23. Lo único que sé es que el Espíritu Santo me dice en cada ciudad que en Jerusalén me esperan sufrimientos y hasta la cárcel.

24. No me importa mi propia vida. Lo más importante es que yo termine el trabajo que el Señor Jesús me dio: dar testimonio de las buenas noticias acerca del generoso amor de Dios.

25. »Ahora sé que ninguno de ustedes, que estuvieron conmigo mientras les anunciaba el reino de Dios, me volverá a ver.

26. Hoy les puedo decir algo de lo que estoy seguro: Dios no me castigará si algunos de ustedes no se salvan,

27. porque nunca vacilé en decirles lo que Dios quería que ustedes hicieran.

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