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Hechos 20:20-36 La Biblia: La Palabra de Dios para Todos (PDT)

20. Siempre hice lo que era mejor para ustedes y les anuncié el mensaje públicamente y en privado.

21. Les dije a todos, judíos y no judíos, que cambiaran su manera de pensar y de vivir, que se acercaran a Dios y que creyeran en el Señor Jesús.

22. »Pero ahora debo obedecer al Espíritu e ir a Jerusalén. No sé qué me va a pasar allí.

23. Lo único que sé es que el Espíritu Santo me dice en cada ciudad que en Jerusalén me esperan sufrimientos y hasta la cárcel.

24. No me importa mi propia vida. Lo más importante es que yo termine el trabajo que el Señor Jesús me dio: dar testimonio de las buenas noticias acerca del generoso amor de Dios.

25. »Ahora sé que ninguno de ustedes, que estuvieron conmigo mientras les anunciaba el reino de Dios, me volverá a ver.

26. Hoy les puedo decir algo de lo que estoy seguro: Dios no me castigará si algunos de ustedes no se salvan,

27. porque nunca vacilé en decirles lo que Dios quería que ustedes hicieran.

28. Tengan cuidado de ustedes mismos y de toda la gente que Dios les ha dado. El Espíritu Santo les dio el trabajo de cuidar al rebaño de la iglesia de Dios, la cual compró pagando con la sangre de su propio Hijo.

29. Yo sé que después de que me vaya, algunos hombres entrarán en su grupo y como lobos salvajes tratarán de destruir el rebaño.

30. Incluso surgirán algunos de entre ustedes enseñando mentiras y tratando de desviar a los seguidores del Señor para que los sigan.

31. ¡Por eso tengan cuidado! Recuerden que por tres años, día y noche y hasta con lágrimas, nunca dejé de aconsejarles sobre cómo deben vivir.

32. »Ahora los encomiendo a Dios y al mensaje de su generoso amor, el cual puede fortalecerlos y darles la herencia que Dios le da a todos los que él ha hecho formar parte de su pueblo santo.

33. Nunca he querido la plata ni el oro ni la ropa de nadie.

34. Ustedes bien saben que yo mismo trabajé para atender mis necesidades y las de los que estaban conmigo.

35. Siempre les mostré que deben trabajar así y ayudar a los débiles. Les recordé esto que dijo el Señor Jesús: “Uno es más afortunado cuando da que cuando recibe”».

36. Cuando Pablo terminó de hablar, se arrodilló y oró con todos ellos.

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